Un escenario cuya fotografía en cualquier caso difiere, si no radical, sí sustancialmente en relación a lo que se encontró el baloncesto insular y su afición, por medio del antiguo y desaparecido Menorca Bàsquet, en su anterior y última incursión en ‘Oro, en el curso 2011-12 (o a lo que vivió en los años 90 e inicios de siglo en esa misma categoría). En ese entonces, la competición, considerada de las siete u ocho mejores de Europa, se distinguía como una liga de tres velocidades, con un ramillete de cuatro-cinco equipos con clara ambición por el ascenso ACB, un segundo segmento de equipos en que la aspiración se limitaba a jugar el play off, y un último grupo, que a menudo oscilaba con el anterior, condenado a batallar por eludir el descenso.
Que el torneo se vertebrase de tal modo tenía por causa mayor el canon y otros requisitos económicos que exigía la ACB para formalizar el ingreso en la liga, que cuantificaba el ascenso en cerca de tres millones de euros (presupuesto o la construcción de un pabellón al margen), lo que reducía drásticamente la nómina de equipos candidatos, prácticamente a los dos descendidos del año previo, más un par o tres de equipos con suficiente músculo económico para opositar a grandes empresas (y lo que propició que en el lustro que enhebró 2012 y 2017 no se produjeran apenas ascensos, producto también a la grave crisis económica ocurrida a nivel nacional y mundial).
Sin embargo, después de que en 2017 la ACB rebajara, ‘instada' por el Gobierno, las caciquiles exigencias que hasta el momento imperaban para acceder a la liga, la LEB Oro ha ido transformándose para pasar a ser un torneo de economías más equilibradas en el que hasta diez-doce equipos arrancan la temporada con fundadas posibilidades (y ambición) de optar al ascenso.
En ese orden, y para aproximar al aficionado insular el contexto competitivo-económico en el que convivirá el colectivo de Javi Zamora, abordamos una revisión acerca de los presupuestos de que han hecho gala los integrantes de la liga en el recién concluido curso 2023, (acudiendo a fuentes como Lucentum Blogging, algunos clubes y Diario de Sevilla), cifras que evidentemente no tendrán un reflejo idéntico en la campaña que deviene, pero sí que repercuten como datos lo suficientemente orientativos para poder calibrar y tomar conciencia sobre lo que le aguarda al Hestia Menorca para 2024. En la misma, se incluye a Andorra y Palencia, dos conjuntos que no serán inquilinos de LEB Oro en la campaña que deviene, merced a sus recientes ascensos, pero que sí sirven como paradigma de que, con recorridos y recursos distintos, se puede alcanzar idéntica meta.
Poderosos
MoraBanc Andorra, equipo que ascendió a la Liga ACB tras gobernar la temporada regular de LEB Oro, manejó en su trayecto hacia el éxito un presupuesto por encima de los 2.6 millones de euros (de los que alrededor de dos, según un artículo publicado por 2playbook, se los inyectaba directamente el gobierno del Principat); por su parte, el Zunder Palencia, que se granjeó su plaza en la primera liga el pasado fin de semana en la citada F4 burgalesa, ha precisado un millón de euros para consumar el mayor logro de su historia, de los que 900.000 repercutieron de modo directo en el coste de plantilla (un 90 por ciento, porcentaje que por ejemplo el Menorca, al que grava de modo considerable el gasto en desplazamientos u otras cuestiones logísticas inherentes a su insularidad, nunca podrá destinar en una proporción similar).
Pero el del equipo palentino, forjado bajo la lupa y designios del exMenorca Urko Otegui, responde por un caso de máxima optimización de recursos, en tanto que en el lado opuesto hallamos a su víctima en la final por el ascenso, el poderoso San Pablo Burgos, otro proyecto de indisimulables reminiscencias menorquinas (empezó la temporada con Paco Olmos en su banquillo, y la ha terminado con Curro Segura, que ahora emprende rumbo a Grecia, los dos técnicos que ascendieron con el antiguo Menorca Bàsquet a la ACB, en 2010 y 2005, respectivamente), que ha contado en el curso 2023, tras bajar de ACB en 2022, con una subvención consistorial de medio millón de euros, el patrocinio de Grupo Hereda y una masa social de 7.000 abonados, lo que sitúa las estimaciones en torno a los dos millones de presupuesto, si bien para el año próximo, y en virtud del ingreso en ‘Oro' del Tizona, el otro club de la capital burgalesa, existe incertidumbre acerca de las cifras que se podrán alcanzar (del mismo modo que en diversos sectores del baloncesto de Burgos no descartan una fusión entre ambas entidades, puesto que si no las ayudas públicas deberán repartirse). Con todo, el presidente del San Pablo, Félix Sancho, ya ha dejado claro en una entrevista concedida durante estos días que su equipo, en 2024, «ascenderá sí o sí a la ACB» lo que augura, de nuevo, una plantilla y recursos de postín.
Prosiguiendo con los equipos ‘top', el histórico Estudiantes, único equipo de la liga que ha jugado una Final Four de la Euroliga o que ha sido campeón de Copa y finalista de la ACB, en la que fue, la anterior, su segunda temporada consecutiva en LEB Oro, afrontó la misma con un presupuesto de 1.3 millones de euros.
En unas cifras parecidas se manejó el Leyma Coruña, que en 2023 ha competido con un presupuesto cercano a los 1.2 millones de euros (experimentó un incremento de casi el 30 por ciento en parangón a 2022).
Gipúzkoa
Por su parte, el Gipúzkoa Basket, otro proyecto con pasado en la máxima categoría, y que merodeó este año el regreso a la misma (cayó en la ‘semi' de la F4 ante el San Pablo Burgos), compitió con unos recursos de 1.56 millones de euros, si bien parte (importante) de esa cantidad se destinó a enjugar deuda (el gasto en plantilla se estima inferior a los 900.000 euros).
Cabe incluir en esa relación de clubes teóricamente provistos para luchar por lo máximo a los dos descendidos de ACB. Por un lado el Fuenlabrada, que de seguro rebasará el millón de euros para 2024, y por otro el Real Betis, en su caso, sumido en un escenario de máxima incertidumbre, que a priori le descarta del ramillete de proyectos con afán de ACB (y de lo que se presume un presupuesto de medio millón para el futuro curso).
El Real Valladolid Baloncesto, representante de un enclave también de cierto calado dentro del mapa baloncestístico español, y directo heredero del extinto Fórum Filatélico, entró en escena en 2022-23 con una inversión en plantilla por encima de los 425.000 euros (solo en nóminas), mientras que el HLA Alicante, para ser noveno en la LEB Oro 2023 compitió con un presupuesto en torno a los 980.000 euros. Su rival levantino, el Tau Castelló del recién renovado Joan Faner, lo hizo con 925.000 (de los que 675.000 repercutieron directamente en el primer equipo).
Al Melilla Sport Capital, el colosal respaldo económico que le presta el gobierno de la ciudad autónoma le dio para acercarse a los 900.000 euros, montante que le resultó insuficiente para burlar el descenso (y del que una porción importante destinó a costes por desplazamientos y demás).
Con alrededor de los 850.000 euros de presupuesto compitieron en la pasada liga Alimerka Oviedo (una plaza de gran recorrido en la segunda liga nacional) y el Club Ourense Baloncesto (exACB), mientras que el Grupo Alega Cantabria en el que milita el mahonés Agustí Sans Valls lo hizo con 700.000 (lo que incluye gastos por desplazamientos).
Y de entre del ramillete de equipos de más bajo presupuesto, y en el que probablemente se enmarcará el Hestia Menorca en su temporada de estreno en la liga, damos con el Cáceres (otro conjunto cuya cronología recoge pasado en la ACB), que compitió con unas cifras de 650.000 euros, el CB Almansa con 435.000 (hasta no hace mucho, rival del Menorca en LEB Plata, y del que se pone en cuestión su continuidad en la liga por motivos económicos), y el descendido Bueno Arenas Albacete, en base a algunas informaciones relativas al club, con 400.000. Por otra parte, del Juaristi ISB, otro de los ‘damnificados', se carecen de datos relacionados con sus ingresos o gastos de las últimas dos campañas.
Por último, anotar que el otro equipo llegado a la liga proveniente de LEB Plata, junto con Tizona y Menorca, el CB Prat, su futuro presupuesto puede estar condicionado a los términos en que se prorrogue su vinculación con el Joventut (lo que se encuentra negociando en estas fechas), pero todo apunta a que será de los más bajos.
En definitiva, el Hestia Menorca ya tiene una primera radiografía sobre lo que se encontrará en su primera incursión en LEB Oro y en la que, tras batallar por lo máximo durante años de ‘Plata', en principio mutará a claro candidato a tratar de eludir el descenso.
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