El base del Real Madrid Sergio Llull.

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La serie final por el título de la Liga Endesa, décima en su carrera que disputó el base menorquín Sergio Llull Melià (Maó, 1987), y que terminó el pasado martes con la victoria del Barça (2-0, tras resolver el segundo duelo en el Palau por 92-73), ha dejado tras de sí un lógico halo de desemejanza.

En ese sentido, el brillo que irradió el equipo azulgrana, que consiguió quebrar un trecho de siete años sin dominar en la liga nacional para embolsarse su décimo novena liga, contrastó con la tristeza del madridismo, cuyo equipo puso el colofón a una temporada repleta de contratiempos con un subcampeonato muy digno, pero no por ello menos doloroso.

En tales términos se expresó el entrenador del equipo blanco, el gasteiztarra Pablo Laso, que en manifestaciones a El Español admitió «estar jodido por la derrota», pero al tiempo «orgulloso» del trabajo de sus jugadores, «que no se han ‘rajado'» dentro de un año muy complicado, en el que «han hecho una labor impresionante» y «hemos llegado a tres finales» –Supercopa, Copa y Liga–, haciendo especial alusión al base mahonés del equipo blanco y de la selección española.

«Llull y yo somos dos personas que damos todo por el club. Es mi manera de ser y no lo entiendo de otra manera, para mí es un orgullo entrenar al Real Madrid, por lo que siempre que se cuente conmigo, seguiré. Respecto a Llull, opino lo mismo. El esfuerzo que ha hecho para recuperarse y poder jugar este tramo final, con siete partidos en dieciséis días, sin entrenar, seguro que lo valoran todos los madridistas. Somos gente que nos gusta ganar y vivimos por y para ganar», analizó Laso, también dejando clara la simbiosis y conexión existente entre él y el jugador de Maó, que suma 501 partidos en ACB, del que por otra parte no duda de que se mantendrá como pieza importante dentro del futuro proyecto de la ‘casa blanca'.