Pero además de acreditar una recuperación que no concibe discusión, el equipo que entrena Javi Zamora facturó en suelo asturiano, en la apertura de su trayecto hacia el ascenso, una victoria que para lo que en adelante devendrá multiplica de modo exponencial el derecho a soñar con todo. Con certeza, a la segunda, y en caso de alcanzarla también, a la tercera ronda de la fase por el ascenso a la segunda liga nacional, se les presumen un grado de dificultad superior al que presentó el Círculo Gijón –que llegó como séptimo clasificado del Oeste–, pero la metamorfosis que ha experimentado el equipo menorquín, en todos los sentidos, de quince días hacia aquí (en el aspecto mental, en el que se ha trascendido de un hundimiento casi generalizado en todos los espacios de Bintaufa a un estado diametralmente inverso por lo positivo, y en el técnico, táctico y físico, desplegando una serie de prestaciones incluso impropias, por elevadas, de un grupo que viene de pasar una dura cuarentena) permite y sugiere proyectar un optimismo, siempre moderado, aunque muy justificado ante el futuro inmediato.
Resta por asestar el definitivo golpe al cuadro gijonés, puesto que la confianza excesiva ante el partido de vuelta, a jugar mañana en Maó (Bintaufa, 20 horas), resultaría un traicionero aliado, ya que de remontadas más sorprendentes y extrañas se ha nutrido a menudo la cronología del deporte nacional e internacional, pero se entiende evidente que solo una catástrofe podría arrebatar al Hestia Menorca su lugar en los cuartos de final, entre los ocho mejores equipos de la tercera competición del país. A continuación, analizamos las principales claves del guión que vertebró el brillante triunfo del Hestia Menorca en la primera batalla entre el equipo insular y el Círculo Gijón.
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