De Torredembarra, de su localidad natal en Tarragona, apenas le queda la partida de nacimiento. Isma Fernández (1993), el último fichaje del Bàsquet Menorca, transpira galleguismo en cada expresión. Ni por asomo se sospecharía de su origen catalán.
Feliz, se manifiesta, de dar un giro deportivo «demográfico y de proyecto» tras unos años encasillado en un papel que habría frenado su progresión. «He sido el miembro de mayor edad en los equipos en que he estado. Mis compañeros era muy jóvenes, era el referente para los chavales y quien tiraba del carro», una tarea que asumió correctamente pero que ha podido atascar en parte su proyección.
El joven escolta, de 193 centímetros, asegura que va a agradecer integrarse en una plantilla «formada por gente más veterana que yo, que me permitirá asumir otro rol. Será mi primera experiencia en mi etapa sénior con este perfil de equipo».
Isma Fernández se presenta como un jugador «que destaca sobretodo por mi agresividad. Cuando juego soy todo corazón. En defensa y en ataque. Me encanta volverme loco y transmitirlo al equipo en la pista». A su perfil de buen defensor añade, a nivel ofensivo, «buena mano en el tiro de tres puntos y la misma agresividad en los uno contra uno».
¿Qué le va a pedir el entrenador Joan Martínez Escala? «Una función diferente a la que he tenido hasta ahora. No voy a tener que ser el jugador dominante, ni quien asuma toda la responsabilidad. No tendré la presión de hacer números, sino de trabajar para el equipo». En esta línea tiene claro y asume que «hay jugadores de suficiente talento y experiencia para tomar determinados cometidos».
El exjugador del Ourense advierte importante sumarse a un grupo de jugadores veteranos «que responden al perfil de disfrutar jugando individual y colectivamente», pese a sus dilatadas trayectorias. «No son los típicos veteranos que bajan a EBA para relajarse», destaca.
Del técnico de Gavà también tenía referencias, «como uno de los directores de Élitejove. Uno de los campus más importantes. Sé que trabaja muy bien los entrenamientos específicos», complementarios de las sesiones de grupo. Un aspecto que el joven valora especialmente. En este sentido, Isma apunta que «me encanta entrenar 3 o 4 horas al día. Y el día de descanso soy el primero en presentarme voluntario».
«Aquí en Ourense estuvo perdiendo el tiempo», opina algún referente del deporte de la canasta gallego, en relación a la incidencia que deberían haber tenido estas últimas temporadas en su juego. Aunque entre la capital de provincia y El Ferrol, ciudad de adopción por parte de madre desde los cinco años, Isma Fernández acumula tres temporadas de experiencia en la Liga EBA.
Sin embargo, la oportunidad de competir en el grupo que integran los equipos catalanes genera en el escolta «una motivación especial. Es uno de los mayore alicientes» por los que emprenderá a partir de septiembre una nueva etapa en Sant Lluís.
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