Sans, semiagachado en el centro de la imagen, posa con la medalla de plata junto a sus compañeros | FEB

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De Creta a Lignano. De Grecia a Italia. De plata a plata. Agustí Sans y la selección española sub-20 se quedaron, de nuevo, a las puertas del escalón más alto del podio. Serbia barró el paso a la gloria a una generación, la de 1995, que cierra su trayectoria en las selecciones de formación con cuatro medallas en sendos europeos (dos de plata y dos de bronce) y una cuarta plaza en el Mundial sub-17 celebrado en Kaunas.

«Ha sido un palo», afirmaba ayer al llegar a Barcelona, tras un viaje que comenzó a las cinco de la mañana. «Era la última opción que teníamos de conseguir el Oro en categoría de formación. Al instante nos ha dolido, pero con el tiempo valoraremos esta medalla y toda la trayectoria de este gran grupo», reflexiona el base-escolta de la Penya.

La clave de la derrota en la final -la única de los diez partidos jugados por España- la fijaba Sans «en el alto porcentaje en triples que tuvieron en un momento concreto, en el tercer cuarto, a la vez que nosotros no estábamos acertados». Incluso hubo una última opción, cuando los serbios ya se veían con el título, «nos pusimos a tres, fallamos en un rebote ofensivo, pero la clave no estuvo allí».

En cualquier caso, Agustí Sans y sus compañeros marchaban de la cita «orgullosos. Hemos hecho un gran eurobasket y lo hemos dado todo hasta el final. Nos merecíamos el título». Una sensación ratificada por el seleccionador Paco Redondo en el vestuario, «nos ha felicitado. Nos ha dicho que estaba orgulloso de nuestro comportamiento dentro y fuera de la pista y que ha sido un placer para él compartir esta cita».


El futuro

Para Agustí Sans el futuro es mañana. «Quiero desconectar, tomarme unas vacaciones», primero en Barcelona y a partir de agosto en el domicilio familiar de Menorca. ¿Y el deportivo? «Estoy tranquilo. Tengo contrato con el Joventut. Ya llegará el momento de hablarlo».