El ala pivot de la selección española Pau Gasol (i), trata de llevarse el balón ante el central iraní Hamed Haddadi (c) y el alero Mohammad Jamshidi | Efe

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Irán 60 - 90 España

Irán (18+15+17+10): Kamrani (18), Afagh (2), Sahakian (3), Nikkhah Bahrami (9) y Haddadi (16) -equipo inicial-, Arghavan, Yakhchali (4), Kazemi, Zangeneh, Kardoust y Jamshidi (8).

España (27+21+22+20): Pau Gasol (33), Navarro (10), Rubio (3), Llull y Marc Gasol (15) -equipo inicial-, Rudy (12), Rodríguez (6), Calderón (3), Claver (6) y Abrines (2).

Árbitros: Guerrino Cerebuch (ITA), Borys Ryzhyk (UKR) y Yuji Hirahara (JPN). Arghavan fue eliminado por cinco personales (min. 26).

La selección española venció con claridad al campeón asiático, a Irán, por 60-90 (con Pau Gasol anotando 33 puntos), que demostró su condición de campeón asiático jugando con orgullo y cierta calidad, lo que fue respondido por el equipo español con respeto y contundencia.

La selección de Irán se presentó como la víctima propiciatoria de un equipo español muy superior física, técnica y tácticamente. Y aunque sin posibilidad de comparación en ningún aspecto, Irán salió dispuesta a dar la cara y a mostrar que no es el campeón de Asia por casualidad, sino por méritos propios

A los dos minutos de partido el resultado era de 6-4, después de dos triples sin fallo de los asiáticos. El quinteto español no fue de circunstancias, estando en pista los hermanos Gasol (Pau y Marc), Navarro, Rubio y Llull.

Y es que España demostró tener respeto con Irán, jugando de tú a tú, sin reservarse en ataque o defensa, ni siendo condescendiente. Deportividad y respeto en su máxima acepción.

Ese no refrenarse de la selección tuvo una clara consecuencia, un parcial de 3-17 en los siguientes 5 minutos. En el primer cuarto, además, debutó Alex Abrines, por fin.

Con Reyes e Ibaka en el banquillo pero sin jugar, por decisión médica para evitar riesgos innecesarios, la rotación de pívots tuvo que incluir a Víctor Claver.

El primer cuarto acabó con un 18-27, destacando el iraní Mahdi Kamrani, un base rápido, certero en el tiro, con buena visión de juego y valiente, autor de 11 puntos en los primeros diez minutos. Por parte española, Pau se fue hasta los 12 puntos, que fueron 19 al descanso.

En el segundo cuarto, Irán siguió sin volver la cara al partido y a España. El equipo asiático contaba con la derrota, pero su intención fue siempre la de hacer un buen trabajo, esforzarse y mejorar, además de dejar una buena impresión. Todo conseguido.

Pero todo tiene un límite y a los 17 minutos (28-45) pareció que la ilusión iraní se iba abajo, aunque siguieron trabajando para llegar al descanso con un más que digno 33-48.

En la continuación, el rigor táctico de los españoles comenzó a tomarse un cierto respiro, casi en la misma proporción en la que las fuerzas de los iraníes comenzaban a dar los primeros síntomas de escasez. La ventaja alcanzó la veintena de puntos, 41-61 en el minuto 26, al tiempo en que ciertas refriegas hicieron aparición en escena con Marc Gasol en el centro de la diana.

Los árbitros cambiaron de actitud y cortaron de raíz la dureza de los iraníes y el partido se fue al último descanso, tras el tercer cuarto, con un claro 50-70.

Con la victoria decantada y el ritmo del partido roto, Juan Antonio Orenga elevó los ojos al techo del Palacio pidiendo que aquello se acabar cuanto antes para evitar alguna lesión.

Al final, 60-90, una victoria más complicada de lo previsto ante una selección iraní que demostró tanto orgullo como respeto los jugadores españoles.