Óscar Merino, fotografiado este viernes en Palma. | Teresa Ayuga

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Óscar Merino (Santa Ponça, 1995) es profesor de Filología Hispánica en el centro asociado de la UNED-Illes Balears y funcionario educativo. En 2024 y 2025 ha estado nominado a los Premios Educa Abanca en la categoría de mejor docente universitario.

Merino explica que «los Premios Educa Abanca tienen como objetivo impulsar la figura del profesorado y son actualmente los más importantes en el panorama docente de España. Son los propios alumnos los que te votan sin tú saberlo hasta que desde la organización de los premios te informan de que estás nominado. A partir de ahí, aceptas o no la nominación y si la aceptas, acreditas tus méritos y tu trayectoria. Que yo sepa, soy el único docente universitario que ejerce en Baleares que ha sido nominado a estos premios en estos dos años».

Merino atribuye las nominaciones «a la síntesis entre la empatía y la exigencia con los alumnos. Intento ser un profesor cercano, actualizado y leo los contextos educativos. En mi opinión, hay cinco perspectivas esenciales para ejercer la docencia: el contexto general, el contexto específico, el conocimiento de la materia, el conocimiento pedagógico y la propia reflexión sobre tu labor docente».

Con menos de 27 años, Óscar Merino ya había pasado por la educaciones privada, concertada y pública. El docente destaca que «en una clase soy muy feliz. Tengo una pasión absoluta por lo que hago. Para mí es lo más grande. La UNED es semipresencial, pero si vienen unos cuantos alumnos a la clase presencial, estoy encantado».

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Margalida Capellà, profesora de Derecho Internacional Público en la UIB, presentó hace unos días un demoledor estudio sobre las deficientes capacidades de sus alumnos, poniendo el foco sobre la educación preuniversitaria. Al respecto, Merino señala que «suscribo todas las palabras de Margalida Capellà. La sociedad ha cambiado con la hipertecnologización, que lo abarca todo. No me gusta nada, pero existe. Podemos darle la espalda, pero sigue estando ahí. En general, los alumnos no tienen capacidad de concentración, sufren bullying a través de las redes sociales, tienen acceso al móvil sin ningún control -lo que incluye el consumo de pornografía- y existe una sobreprotección de los padres. Ya sólo nos queda mitigar las consecuencias de la hipertecnologización, pero tenemos que hacerlo entre toda la comunidad educativa. No sirve de nada que no deje a los alumnos usar el móvil en clase si en casa lo pueden utilizar sin límite».

Para el profesor de la UNED, «todos estos factores suponen un cóctel molotov: los alumnos pierden horas en contenidos vacíos, no tienen paciencia, lo quieren todo de inmediato, no hay esfuerzo cognitivo, acceden a contenidos que no son propios de su edad y la consecuencia de todo ello es la pérdida de autoestima. De este modo, la hipertecnología ha generado graves problemas estructurales en la educación y de ahí la bajada de nivel entre los alumnos que acceden a la universidad, tal como ha descrito Margalida Capellà».

Merino precisa que «se vende que hemos mejorado en educación. En parte es así. Las metodologías activas son positivas y hay más habilidades competenciales, pero nos hemos olvidado de los contenidos y se ha perdido la autoridad de los profesores. Habría que recuperarla, pero lo veo imposible, precisamente por la hipertecnologización».

En todo ello hay ahora un añadido: la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA). En este sentido, el docente indica que «ya encontramos trabajos realizados por ChatGPT. En principio, no estoy en contra de estas herramientas si son ayudas complementarias para la educación, pero sí estoy en contra de su mal uso. Si no es así, la tendencia va a ser unos ciudadanos cada vez peor formados. Veo muy complicado cambiar esa tendencia por los problemas estructurales y por el escarnio social que sufre el profesorado. Ya está pasando que incluso los docentes con más vocación se están quemando».