Margalida Capellà, autora del estudio y profesora de Derecho Internacional Público en la UIB, este jueves en el edificio Jovellanos. | Alejandro Sepúlveda - ALEX SEPULVEDA

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Margalida Capellà, profesora de Derecho Internacional en la UIB, ha publicado en la Revista de Educación y Derecho el estudio Cómo aprenden Derecho los alumnos de la generación Z en la era del Chat GPT, en el que muestra la preocupación entre el profesorado de numerosas universidades, también internacionales, por el bajo nivel de los alumnos en las últimas promociones.

Capellà ha explicado este jueves que «muchos de los alumnos de 1º y 2º segundo curso presentan dificultades gravísimas de comprensión lectora y en el pensamiento crítico, utilizan un vocabulario muy básico, no comprenden las oraciones subordinadas y desconocen hechos históricos y datos geográficos básicos».

La profesora se refiere principalmente a los estudiantes de la llamada generación Z, nacidos entre finales de los años 90 y principios de la primera década del presente siglo. A la hora de afrontar esta realidad, Capellà se puso como ejemplo a ella misma: «Suspendo al 40-50 % de los alumnos de 1º y 2º curso. Ya en 2º curso, entre un 35 y un 40 % de los alumnos abandonan».

El bajo nivel académico en genral va en paralelo al uso de las tecnologías, «que les hace creer que son multifuncionales, cuando en realidad tardan más en trabajar y lo hacen peor, con graves problemas para entender lo que leen. La situación es preocupante porque, en Derecho, hay que saber leer, escribir y argumentar; en definitiva, pensar».

La profesora precisa que «esta situación no se da en todos los alumnos, pero vienen de una educación preuniversitaria con exámenes de tipo test y, aunque les llega mucha información desde la tecnología, no la saben procesar, filtrar ni evaluar. No saben asumir el fracaso, lo que les lleva a bloquearse y desmotivarse».

Otras deficiencias que detecta Capellà es que «sólo saben leer de manera fragmentada, sin contextualizar. Tienen dificultades para tomar apuntes y para identificar las cuestiones más importantes».

El uso de la tecnología se ha visto culminado con la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA). Según Margalida Capellà, «a la IA le piden resúmenes de temas o casos judiciales, lo que les lleva a pensar que no tiene sentido ir a clase. En cualquier caso, cuando una IA les ha hecho un trabajo, se nota. Si van a clase, no entienden lo que se les explica. En una lección magistral, desconectarían. Prefieren las imágenes o los esquemas muy visuales. Cuando vemos un examen bien escrito, razonado y desarrollado, y sin faltas de ortografía, los profesores lloramos, metafóricamente hablando».

No obstante, la profesora valora que «estas generaciones muestran interés por la justicia social, el medio ambiente, el cambio climático, la identidad de género y el bienestar físico y emocional. Esa inquietud no la llevan al activismo, pero tampoco son competitivos, como sí lo eran las generaciones anteriores».

El apunte

«Quieren la velocidad de Internet y Amazon en todo, y un profesor las 24 horas»

En opinión de Capellà, «los alumnos sufren un desfase entre lo que esperan de la universidad y lo que encuentran, y se frustran. Es verdad que, para muchos de ellos, Derecho no es la primera ni la segunda opción. En las redes, no distinguen los sesgos y entre fuentes fiables y no fiables. Por ello, utilizan fuentes no fiables en sus trabajos. Antes pedían clases dinámicas y ahora las piden divertidas. Quieren la velocidad de Internet y Amazon en todo, y querrían un profesor disponible las 24 horas. La IA puede ser una herramienta complementaria y útil, pero no puede enseñarles a pensar y razonar jurídicamente, ni aplicar el Derecho a la realidad social».