Biodibal no se limita a ser una base de datos. Es un catalizador de recogida y análisis de información sobre biodiversidad y una infraestructura informática (con una página web y una aplicación interactivas) que recibe, comparte y ofrece datos validados científicamente. Además, aporta un valor importante: el fomento de la ciencia ciudadana. Ello supone que todos los ciudadanos no sólo pueden utilizar la información que ofrece Biodibal, sino también aportar parte de esa información.
En el campo, en la montaña, en la propia ciudad e incluso en el patio o los exteriores de casa, si se detecta un determinado organismo que no parezca común, mediante la aplicación se puede subir una fotografía (junto a las coordenadas de localización y día y hora de la observación) y la plataforma ofrecerá toda la información disponible sobre esa especie si ya está registrada. Si no consta en la base de datos, se activará el proceso de comprobación y validación por parte de los expertos (investigadores de la UIB y de otras entidades científicas y naturalistas), quienes determinarán si procede su incorporación la plataforma.
El valor de Biodibal, liderada por Samuel Pinya, doctor en Biología y profesor en la UIB, no reside sólo en los datos que registra, sino también en el uso de esos datos en los ámbitos científico, social y educativo, y en el fomento de la ciencia ciudadana y del turismo responsable y sostenible.
De los 1,8 millones de observaciones, unos 1,5 millones se refieren a animales, principalmente vertebrados (sobre todo pájaros, mamíferos, reptiles y anfibios), seguidos de insectos y moluscos. Otras 360.000 observaciones corresponden a plantas y unas 5.500 a hongos.
La interacción de Biodibal con la ciudadanía es tal que sus responsables incluso han puesto en marcha campañas específicas en las que se solicita la implicación social para obtener información sobre una determinada especie. Por ejemplo, en una campaña relativa a las tortugas de tierra, el 65% de la información había sido aportada por ciudadanos.
Biodibal facilita el acceso libre y gratuito a los datos de biodiversidad, la unificación de las fuentes públicas y privadas de información y también la que puedan aportar grupos específicos o profesionales (como, por ejemplo, los pescadores). A la vez, permite la comunicación con todas las bases de datos mundiales de biodiversidad.
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Enhorabona i gràcies per la feina