Ánforas incautadas por el Seprona en una operación contra el expolio en Baleares. | Seprona

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Los mayores expolios subacuáticos registrados hasta la fecha en Baleares están vinculados a la pesca de arrastre. Así lo explica Pedro Mora, sargento primero de la Guardia Civil y jefe de la oficina técnica del Seprona.

Aunque este 2024 pasará a la historia por la ‘pillada in fraganti’ a una residente extranjera que trataba de sacar de la Isla a través del aeropuerto de Son Sant Joan, más de un centenar de piezas arqueológicas para su posterior tasación y venta, lo cierto es que las mayores operaciones contra el expolio de pecios subacuáticos que ha realizado la Benemérita en las Islas tienen un nexo en común: las redes de arrastre.

«En la mayoría de casos todo comienza con un primer hallazgo accidental de restos arqueológicos en el mar. Son barcas de arrastre que al sacar sus redes sacan a la superficie restos arqueológicos, la mayoría de ellos ánforas. Algunos se las quedan o las regalan a amigos, otros las venden… Lo que hay que hacer en un caso como este es dar parte y entregar los restos a las autoridades», explica Moro.

Las operaciones Dressel, Testachchio y Garum incautaron entre 2016 y 2019 más de 200 objetos de gran valor arqueológico expoliados de pecios en aguas de Baleares. Las dos primeras operaciones se montaron a través de un chivatazo de una fuente anónima mientras que la tercera fue el resultado de la denuncia de un particular.

Agentes del Seprona trabajando en la localización de un yacimiento subacuático.

«En 2016-2017 abrimos la Operación Dressel a raíz de una comunicación anónima que avisaba de que unos barcos arrastreros cuando calaban las redes cogían piezas a veces y en vez de comunicarlo se las quedaban, las entregaban a amigos o las vendían. Hubo tres investigados y cuatro entradas en domicilios. Se incautaron 71 piezas de interés arqueológico expoliadas en el norte de Mallorca», recuerda el jefe de la oficina técnica del Seprona.

La operación más grande hasta la fecha se puso en marcha en 2019 también a raíz de una comunicación anónima que alertaba de dos arrastreros en Formentera que sacaban ánforas de dos pecios no catalogados. No solo es la mayor en número de piezas recuperadas, número de investigados y número de registros, sino que además fue un auténtico quebradero de cabeza para los investigadores y los arqueólogos. La colaboración del Instituto Español de Oceanografía fue clave para dar con el lugar exacto donde se ubicaban esos pecios hasta entonces desconocidos.

Ánforas tardoantiguas recuperadas por la Guardia Civil en Baleares.

«Se trata del mismo buque, equipado con un submarino, que participó en la búsqueda de los cuerpos de Anna y Olivia, las niñas asesinadas por su padre en Canarias. En este caso colaboraron con nosotros realizando barridos para buscar los pecios que estaban siendo objeto de expolio hasta dar con ellos», relata Mora. La Operación Testachchio (que toma su nombre de un monte artificial construido a base de apilar las ánforas que se vaciaban en la antigua Roma) concluyó con 14 personas investigadas (pescadores y compradores). Se recuperaron 101 piezas de interés arqueológico y se localizó uno de los dos pecios, catalogado desde entonces.

Esta operación puso de relieve la vulnerabilidad de los yacimientos subacuáticos de Baleares ante la falta de una carta arqueológica completa que los documente y facilite su vigilancia. Los expertos llevan años avisando de los expolios continuados de los barcos hundidos en aguas de Baleares.

Aunque se ha hablado mucho de la presencia de submarinistas en pecios expoliados lo cierto es que los que son accesibles a poca profundidad son minoría. No obstante, a título preventivo, La Guardia Civil realiza campañas de vigilancia de patrimonio histórico en tierra y en el mar. «Seguimos órdenes de servicio a nivel Nacional», explica Pedro Mora. Fuera de esas campañas de vigilancia específica cuando las patrullas ordinarias del Seprona ven un sospechoso con un detector de metales en una zona arqueológica se le identifica. «Son servicios a nuestro entender preventivos y también actuamos a través de denuncias o comunicaciones», dice el jefe de la oficina técnica. Cualquiera que sea testigo de un presunto expolio debe comunicarlo a seprona@guardiacivil.org

La tercera operación contra el expolio de pecios más importante registrada en Baleares es la Operación Garum que toma su nombre de una conserva común de pescado que usaban los romanos. Se produjo en el año 2017 a partir de una denuncia interpuesta por un particular que había observado un posible robo en la zona de Cala Ratjada. Se realizaron siete entradas y registros a viviendas y hubo seis investigados. Se recuperaron 30 ánforas y fragmentos.

Un ánfora de grandes dimensiones decomisada durante un registro.

Hasta la fecha la Guardia Civil no ha pillado ‘in fraganti’ a ningún ladrón de pecios subacuáticos. «Todas nuestras operaciones siempre se han puesto en marcha a través de denuncias. En tierra sí que se han dado algunos casos. Hemos identificado vehículos sospechosos en yacimientos terrestres y a raíz de eso tirando del hilo hemos podido dar con algo. Otras veces no se llega a localizar al responsable y a veces es imposible incluso saber qué se han llevado. Recientemente nos avisaron de daños en uno de los yacimientos de la zona de Artà. Habían metido la azada y un volquete para buscar piezas. Se pusieron todos los medios para encontrarlo tanto humanos como tecnológicos pero no conseguimos dar con él ni saber qué se llevó. Hablamos con uno de los jefes de la excavación y nos dijo que no tenían conocimiento de que en la zona en la que metieron la azada hubiera ningún resto de valor, pero aunque no se lleven nada destruyen el yacimiento», lamenta Pedro Mora.

Los expertos llevan años advirtiendo de que en Baleares hay miles de piezas arqueológicas en riesgo de expolio. Se considera que Mallorca es el territorio de España con más yacimientos arqueológicos por metro cuadrado de costa y que el 90 % de los yacimientos subacuáticos han sido objeto de robos.

Sobre la participación de pescadores en algunos de esos expolios el presidente de la Federación de Pescadores de Baleares, Domingo Bonnín, explica que es una cuestión «complicada». Lo que dice la ley es que en caso de recoger con las redes algún objeto arqueológico existe la obligación de dar parte a las autoridades. «El que lo coge sabe que se crea un problema burocrático y legal impresionante», dice Bonnín. «El expolio se entiende que se da cuando tienes un yacimiento localizado y vas a vaciarlo. Coger mediante la actividad pesquera según que piezas tendría que denominarse de otra manera, aunque jurídicamente sea lo mismo», concluye.