Imagen de un vehículo fúnebre. | RD

TW
75

Certificaron su muerte, pero a las pocas horas revivió. Una mujer, de avanzada edad que se encontraba ingresada en el hospital Joan March, supuestamente, falleció a última hora de la mañana de ayer viernes, y el médico de turno firmó su certificado de defunción. Hasta aquí, todo entra dentro de la relativa normalidad.

El problema llegó cuando llegaron los trabajadores de la empresa funeraria de Palma, introdujeron el cuerpo de la anciana dentro de la mortaja y la trasladaron hasta el tanatorio municipal de Palma.

Una vez allí, en lugar de meterla en la cámara, como suelen hacer en algunas ocasiones, la sacaron del furgón, la colocaron en la sala y cuando se disponían a retirar las sábanas, descubrieron que los dedos de la ‘difunta’ se movían. Después del susto inicial, llamaron al SAMU-061 quienes enviaron una ambulancia medicalizada hasta las instalaciones municipales.

Tras comprobar el facultativo que tenía pulso y que la mujer estaba viva, se ordenó el traslado urgente hasta el hospital. Es cierto que, según fuentes consultadas, el estado de la mujer es muy deteriorado y débil. Se descarta cualquier tipo de investigación policial dado que los hechos se atribuyen a un error.

En cualquier caso, sin embargo, sí que se van a abrir diligencias sanitarias para determinar qué falló para que un médico pudiera certificar el fallecimiento de una paciente que, en realidad, no estaba muerta.

Se da la circunstancia de que a la familia de la señora ya le habían comunicado que acababa de fallecer en el hospital, y poco después tuvieron que informarle que había «resucitado» en el tanatorio de Palma.