Imagen de Pau Rigo -en el centro- a su llegada este viernes al juicio que tiene lugar en la Audiencia Provincial de Baleares en Palma. | Jaume Morey

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Pau Rigo salió en pijama al exterior de su casa de Porreres la mañana del 24 de febrero de 2018. «Dos encapuchados me cogieron por detrás y me taparon la boca», ha recordado el hombre, de 84 años, que lleva los dedos corazón y anular de la mano derecha vendados porque hace una semana se cayó por las escaleares de su domicilio. «Me dijeron que me calmara y que querían dinero. ¿Quién puede pensar que a una persona que le han robado un mes y medio antes va a tener 200.000 euros en casa?».

«Los dos asaltantes, los hermanos gemelos Fredy y Mauricio Escobar, de 25 años y origen colombiano, cogieron 15.000 euros y se pusieron muy nerviosos porque querían más. Me golpearon y yo decidí defenderme», ha añadido Rigo, que se encontraba con su mujer en el interior de la vivienda.

Los asaltantes le preguntaron por la caja fuerte y se dirigió con Fredy al sótano para abrírsela. El otro delincuente, Mauricio, se quedó con su mujer. «No pude más, pensé que esta gente nos iba a matar. Hacía un mes y medio que me habían puesto la pistola en la cabeza y un cuchillo en el cuello. Me dejaron atado y secuestrado».

El octogenario, que se enfrenta a una petición fiscal de cuatro años de cárcel, ha comentado que se pusieron cada vez más violentos porque no encontraban más dinero. «Cogí la escopeta y le dije a mi mujer que se quedara en la habitación. Aparecieron los dos hermanos y el que bajaba por la escalera [Mauricio] me vio antes. Yo no llevaba las gafas porque había recibido golpes y me habían tirado al suelo».

Pau Rigo ha declarado que no dijo nada de 'os mato' porque me cuesta hablar en castellano. «En todo caso hubiera dicho en mallorquín: 'Vos mataré'. Yo dije: '¡fuera!'». «Llevaba la pata de cabra y por poco me mata con el primer golpe. Nadie coge una escopeta de dos tiros con un cartucho, esto es una tontería. Recibí tantos golpes que no sé qué pasó. No supe dónde dio el disparo. Me rompieron la columna vertebral, que me tuvieron que operar, un tendón del hombro, la nariz...».

El anciano ha reconocido que la escopeta estaba cargada. «Pesa mucho y no podía salir a cazar con ella porque no podía andar ni 100 metros. Nunca se puso ningún cartucho para matar a ninguna persona. En tiempo de caza la tenía siempre cargada». Pau Rigo ha añadido que nunca pensó en disparar. «No me siento mal porque fue defensa propia, me atacaron cuando tenía la escopeta en la mano. ¿Y qué iba a hacer? Pues disparé a uno. Era él o yo».