Isabel Álvarez sentada en las escaleras de su casa. | Pere Bota

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Con 70 años recién cumplidos, Isabel Álvarez ya habla de la muerte. No porque la vea venir, sino por la angustia que ha llegado a alcanzar al saber que tiene un bulto sospechoso en el pecho y que todavía no la han llamado de Son Espases para hacerle una ecografía mamaria.

Hace cinco años precisamente le detectaron un tumor en fase uno. Se lo extirparon y ha seguido con radioterapia, medicamento y controles rutinarios. «Radiología me dio de alta y he seguido viendo al ginecólogo y al oncólogo», explica ahora.

Asegura que lleva dos años con problemas de agenda para que le hagan las mamografías de control, de hecho la última vez ya fue a ver a la especialista en cáncer sin tener las pruebas diagnósticas hechas. «Tenía cita dos semanas después de la consulta y cuando las vio me llamó porque había algo que no le gustaba. No sabía qué era pero quería asegurarse, así que para un mejor diagnóstico me pidió una ecografía de mama. Me dijo que me la harían al mes y medio pero aún no me han ni llamado», cuenta.

Isabel Álvarez fue a ver a la ginecóloga y ésta le confesó que «el año pasado lo detectamos y ha crecido, pero no sabemos si es un quiste de grasa», explica. Desde entonces «no me quiero preocupar», pero confiesa que es casi imposible. «De algo hay que morir pero que me lo miren bien, es como si me abandonaran a mi suerte», lamenta. «No es una torcedura de mano, estoy operada de un cáncer».

Este mes, a varias semanas de que vuelva a verla la oncóloga para revisar la ecografía que no le han hecho, se plantó en Radiología de Son Espases explicando que tenía pendiente unas pruebas diagnósticas pedidas por la especialista el pasado mes de mayo. «En la recepción me dijeron que ni llaman, ni me iban a llamar porque no hay personal, y que no se hacen mamografías ni ecografías», cuenta alterada. «Incluso me dijeron que le pasaba a otras pacientes como yo y mucho peores», añade. «Cuando pregunté qué podía hacer, me dijeron que pusiera una reclamación y eso he hecho. Estoy segura de que la han metido en un cajón pero me quejé por lo que pueda pasar».

Y es que a Álvarez, paciente oncológica, no le queda otra que ejercitar la paciencia. «No me quiero preocupar hasta que no llegue el momento, pero tener que insistir para que me hagan pruebas que tienen la obligación de hacerme... Son pruebas para concretar un diagnóstico, es lo mismo que la otra vez, no lo entiendo», insiste con resignación.

Y si bien en la primera ocasión todo funcionó con rapidez, ahora «se puede haber repetido pero no sé nada». Lo único que le queda es tomar medidas. Reserva todas las quejas porque «si al final es algo serio o me pasa algo mi familia lo denunciará». Al fin y al cabo, recuerda, «yo siempre he llevado mis controles al día».