Fernando Blanco y Margalida Garau, con su hija, Nadia Nerea en un mercadillo para recaudar fondos para supuestos tratamientos de la menor. | R.S.

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Hoy se da punto y final a uno de los casos más sonados y hablados de Baleares: el caso Nadia Nerea. Y es que, tras un largo recorrido judicial, los padres de la menor, Margalida Garau y Fernando Blanco, han sido detenidos por la Guardia Civil para cumplir la condena impuesta por el juez por estafar varios miles de euros aprovechándose de la rara enfermedad de su hija que, a pesar de que puede ser grave, no la puso en peligro en ningún momento. De todas maneras, a pesar de que este acontecimiento supone el fin del caso, cabe recordar que se lleva arrastrando por más de una década en el que los padres organizaban macrocampañas de donaciones sin que nadie les pusiera en duda su historia, lo cual hizo que cayeran en sus engaños figuras tan importantes como Rafa Nadal Jorge Lorenzo o Pau Donés.

Todo empezó en abril de 2005, ya hace casi veinte años, cuando Margalida Garau y Fernando Blanco trajeron al mundo a su hija Nerea en el Hospital Son Llàtzer. Ya en ese momento, con ni siquiera un año de edad, Grau ya iba publicando en su cuenta de Facebook la debilidad de su hija, la cual nació de manera prematura y tuvo que estar incubada dos meses. Y es que, a pesar de que las afecciones de la niña ya eran palpables desde una corta edad, no fue hasta tres años después cuando sus padres dan a conocer la enfermedad exacta de la niña: la «tricotiodistrofia» que, según la National Organization of Rare Disorders, se trata de una «rara enfermedad genética hereditaria caracterizada por cabello seco, quebradizo o frágil junto con múltiples síntomas que afectan muchos órganos y sistemas del cuerpo».

De esta manera, ya en 2008, Blanco y Garau instalan un puesto de venta ambulante en el pueblo de Binissalem, donde comienzan a vender complementos y otra mercancía de segunda mano para recaudar fondos para la niña. Y fue en ese mismo año cuando consiguen, por primera vez, crear el primer evento de donativos que les comenzaría a hacer conocidos y a catapultar el caso: un torneo de tenis solidario donde consiguieron sacar unos 500 euros aproximadamente. Desde ese momento, a pesar de no operar a gran escala, ya comenzaban a recibir dinero solidario de parte de colegios, organizaciones y particulares.

Su primer gran debut en los medios de comunicación podría datarse unos dos años después, en el 2010, cuando tres grandes del deporte ceden objetos para subasta destrinados al tratamiento de la niña: Rafa Nadal, Jorge Lorenzo y Miguel Ángel Moyà. Desde ahí, los rostros que pondrán cara al caso de Nadia no dejan de subir de nivel en reconocimiento, como puede ser el artista Pau Donés o el diseñador Javier Mariscal, quien ilustra el libro Alas de mariposa, basado en la historia de Nadia. Cabe recalcar que, en todo este tiempo, los padres no dan explicaciones muy detalladas de las afecciones de su hija ni ningún medio o colaborador de su campaña llega a cuestionar la historia de la niña, por lo que los donativos no dejan de llegar sin ningún tipo de pregunta, dudas o cuestionamientos.

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A partir del 2011 fue cuando llegaron los verdaderos años de oro para Garau y Blanco. No solo salieron en programas de televisión de calibre nacional como el Programa de Ana Rosa, sino que también inauguraron su propia página web, Nadianerea.org, donde no dejaban de llegar donativos que en ocasiones llegaban a los miles de euros. Y es que, cuanto mayor grueso de dinero les llegaba, más exageraban la historia de su hija, la cual llegaron a decir que estaba en peligro de muerte. De hecho, en marzo de 2011, los padres dijeron que operaron a Nadia en Francia para para "transmitirle una mutación de genes en laboratorio para intentar hacer crecer sus órganos". Sin embargo, nunca subieron fotos en el país ni demostraron que Nadia fue operada, por lo que queda en duda si realmente viajaron al país vecino.

El viaje a Houston

El de Francia no fue el único viaje sospechoso que supuestapente realizaron los padres de Nadia. En 2016, Garau y Blanco anunciaban que llevarían a su hija a Houston para una operación. No obstante, a diferencia de Francia, su padre no tardó mucho en confesar que realmente no fue a EEUU, sino que buscó la ayuda de un curandero en Afganistán. «No fui a Houston, llevé a mi hija a un curandero», declaró Blanco en Espejo Público, a lo que añadió que «Mucha parte de la historia de mi hija Nadia es verdad, pero hay partes muy exageradas por el temor de perder a mi hija. Quiero aprovechar para pedir perdón a todos los que se pueden sentir engañados. Lo siento mucho».

Además, en ese mismo momento de forma paralela, el juzgado de instrucción número 1 de La Seu d'Urgell en Cataluña, donde en ese momento residían, abrió una investigación a los padres de Nadia debido a posibles irregularidades en la recogida solidaria de fondos impulsada por el padre de la menor, que en cuatro días recaudó 153.000 euros. Además, por primera vez, un órgano judicial pide el historial médico de Nadia, el cual fue obviado por todo el mundo hasta ese momento y que los padres guardaban con recelo y secretismo.

La historia de Nadia, cuestionada

A partir de ahí, la credibilidad del caso cayó en picado. Grandes medios nacionales como El País o El Mundo comenzaban a poner en entredicho el testimonio de Blanco y Garau, y además se descubrió que el padre de la menor fue condenado en el 2000 por estafa. Además, la confianza entre los progenitores parecía estar rompiéndose, tal y como declaraba Margalida Garau tras ser puesta en libertad por los Mossos durante la investigación policial en 2016: «No me daba explicaciones de los médicos. Yo me fiaba de él».

De esta manera, se abre un largo recorrido judicial que duraría un total de tres años, donde se descubrió, entre otras cosas, que la abuela de la menor pidió un crédito de 72 mil euros para su tratamiento y, lo que es más grave, un total de 41 fotos de índole sexual de la pequeña, lo que apuntó a que el padre podría haber estado empleando a su hija para pornografía infantil. Igualmente, en 2018, un forense determinó de forma definitiva que la vida de la menor no estuvo nunca en peligro, por lo que, en 2019, el juez ratificó 5 y 3 años de cárcel para el padre y la madre respectivamente por estafar unos 400.000 euros en total. Dichas condenas no se cumplieron, sin embargo, hasta este 2024, tras resolver los recursos interpuestos por los padres, dando conclusión a lo que ha sido posiblemente uno de los casos baleares más seguidos y con más repercusión de la década.