La doctora Mercedes Noval, facultativa del Servicio de Endocrinología del hospital de Son Espases, no es partidaria al 100 % de utilizar las apps dedicadas a la alimentación, ya que asegura que no son totalmente fiables. En este punto, pone como ejemplo que «una barra de pan industrial, con harinas de baja calidad, la app la clasifica como producto saludable, algo en lo que personalmente no estoy de acuerdo». Además, advierte que «el hecho de que un producto sea saludable, no implica que no tenga calorías o que podamos consumir una gran cantidad de ello. Por ejemplo la avena, es un cereal rico en fibra y muy saludable, pero 100 gramos tienen 350 calorías».
A su modo de ver, estas aplicaciones «se pueden utilizar de forma orientativa, pero no tomarlas al pie de la letra». La doctora Noval insiste en la formación en alimentación, que defiende que debería impartirse en todos los colegios.
Pilar García, nutricionista y dietista de la clínica Quiron tampoco les da fiabilidad. Denuncia la falta de regulación y control sobre el etiquetado de productos alimentarios envasados que cada vez complica más las compras domésticas. Bajo la etiqueta de ‘Bio' o ‘Light' buena parte de la industria sanitaria vende como «saludables» productos repletos de azúcares añadidos o grasas saturadas. «Lo único que diferencia a un producto light de otro es que tiene un 30 % de grasa».
«Compramos y comemos por los ojos y porque nos dicen que lo que nos están vendiendo es sano cuando la realidad es que no tiene por qué serlo por mucho que escaneemos un código de barras y nos lo confirme una app», dice la nutricionista.
«Jamás me he bajado ninguna de estas apliaciones. Cuando compras un producto envasado ya tienes que ser consciente de que va a ser procesado», explica García. «Tenemos que leer la letra pequeña y saber en qué se basan estas apps para hacernos su recomendación. ¿Miden el azúcar, el refinado, las grasas? No analizan al 100 % el producto», reflexiona. Advierte que «un producto ‘light' puede tener más azúcares, grasas y ser más calórico que uno que no lo es. Nos lo venden como sano cuando a veces no lo es tanto».
«Mi consejo es que toda persona tiene que aprender a comer de todo (salvo que tenga un problema específico de salud). La cantidad a comer de cada alimento dependerá de cómo le sienta cada alimento a cada persona. No creo en las dietas universales porque hay que adaptarse a cada situación. Por eso las apps pueden servir de ayuda pero no son fiables al 100 %», concluye.
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