Un estudio desvela que los estudiantes con jornada continua dedican más tiempo a las pantallas. | Freepik

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Jornada partida o continua, ¿cuál es mejor para los alumnos, que el próximo 11 de septiembre vuelven al cole en Balears? Este debate ha tomado mucha fuerza últimamente. El pasado mes de junio la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) recomendó a España implantar la jornada partida en los centros escolares con la finalidad de reducir el abandono escolar temprano, ya que nuestro país está a la cabeza de la Unión Europea (UE) en este ránking. En las últimas semanas, ha salido a la luz el estudio 'El tiempo en la infancia: un mapeo de España', que ha sido financiado por la Generalitat Valenciana, y elaborado por Daniel Gabaldón, investigador de la Universidad de Valencia, y Kadri Täht, de la Universidad de Tallin. Los resultados de esta investigación son claros y contundentes y van en la línea de la OCDE: la jornada partida en los centros escolares es mejor para los estudiantes.

«La literatura científica nos indica que la jornada partida se ajusta mejor a los ritmos de alerta/fatiga del alumnado y provee de más descansos, que los ayudan a asimilar mejor los contenidos, por lo que facilita su aprendizaje», declara Gabaldón en la entrevista que ha concedido a Ultima Hora. Esta conclusión es fruto de «un análisis comparativo de cómo el alumnado de entre 10 y 18 años organiza su tiempo en función del tipo de jornada escolar a la que asiste».

Beneficio para la salud

El citado trabajo justifica las ventajas de la jornada partida en diferentes ámbitos. En materia de salud sostiene que con la jornada continua «se descansa peor, ya que estos alumnos duermen menos: de media 42 minutos al día, que el que asiste a la partida». Además, añade que en la continua se come peor, ya que «lo hacen demasiado tarde (entre las 14:00 y las 16:00 horas) frente al alumnado que asiste a jornada partida (entre las 13:00 y las 15:00 horas). Hay indicios de que comer más tarde de las 15:00 horas esté asociado con mayor riesgo de sobrepeso y obesidad».

El informe también indica que con un horario continuado hacen «más deporte reglado» de media 16 minutos al día más que el alumnado que asiste a jornada partida. Sin embargo, «no se mide parte de la actividad física no reglada que hacen los alumnos de horario partido en el descanso del comedor (juegos, etc.), que les permite disfrutar de más tiempo en el exterior y a horas más tempranas, lo que ayudaría a adelantar su cronotipo y conciliar el sueño más temprano a quienes asisten a jornada partida».

Los citados investigadores destacan que «la continua promueve hábitos sedentarios porque los estudiantes dedican más tiempo a las pantallas (PC, videojuegos, TV, móvil, Tablet, etc.); de media 43 minutos al día más que el alumnado que asiste a jornada partida». A su modo de ver, «en ambas jornadas ya madrugan en exceso. Nuestra jornada escolar ya es de las más madrugadoras de Europa, a la cabeza en Secundaria y la séptima más madrugadora en Primaria (tras Alemania, Dinamarca, Francia, y el Benelux). Los jóvenes a partir de la pubertad retrasan su cronotipo de manera progresiva hasta los 19-21 años, por lo que se beneficiarían de horarios más vespertinos.

Ventajas para el rendimiento académico

El estudio también concluye que en la jornada continua se hacen más deberes, de media 29 minutos más cada día que en la partida. «A pesar de esto, las pocas evaluaciones públicas que existen (Galicia, Madrid y C. Valenciana) indican peores resultados académicos del alumnado de horario continuo», subraya Gabaldón.

Facilita la conciliación

Otra de las conclusiones a las que llega el mencionado trabajo es que «la continua no mejora la conciliación, ya que los estudiantes que la tienen pasan prácticamente el mismo tiempo con la familia que los de partida. Solo para Primaria los niños ganan 2 minutos al día, lo que equivale a que solo un alumno de cada 30 dispone de una hora al día más con la familia».

Preguntado por si hay alguna etapa en la que sea aún más perjudicial la continua, responde que «es perjudicial en todas las etapas. En Infantil porque no necesitan tantas horas seguidas de aula, requieren comer pronto y poder hacer siesta. En Primaria requieren un ritmo más oxigenado, con pausas entre clases, tiempos de ocio y socialización, comer temprano y aprovechar también los picos de atención de la tarde. En Secundaria tienen demasiadas sesiones lectivas para darlas en formato compactado; les beneficiaría más retrasar la entrada a media mañana, dar un par de sesiones, comer y seguir por la tarde que es cuando mejor va a aprovechar las clases los adolescentes».

¿Qué se hace en Europa?

Gabaldón señala que «si definimos jornada continuada como la que concentra todas las clases antes de comer, esta es la excepción en Europa; mientas que la partida es la norma. Lo que también es cierto es que en muchos países europeos, sobre todo en los que van mejor, las jornadas lectivas son mas suaves: empiezan más tarde, hacen más pausas, tienen menos horas que los alumnos españoles y, además, suelen modularse por edad (los más pequeños tienen pocas horas lectivas y se va incrementando conforme son más mayores y tienen más capacidad, pero nunca tantas como en España). Compactar en jornada intensiva una jornada escolar de muchas horas no tiene aval en términos pedagógicos ni de salud».