Pau, tras recibir el primer pinchazo, explica: «Me he querido vacunar porque todos mis amigos están confinados por COVID o son positivos y yo no quiero que me pase esto, porque estar confinado es un rollo». Toni, por su parte, ha querido vacunarse para evitar pasar la enfermedad de la mejor manera posible y no tener que acabar en el hospital. Y con mucha naturalidad y sentido de la responsabilidad Olivia argumenta: «Había oído que había mucho COVID, pues he dicho: es que me tengo que vacunar».
¿Y la segunda dosis?
Los menores tienen que esperar ocho semanas para recibir el segundo pinchazo. Así, la segunda ronda de vacunas empezará a partir de principios de febrero. El momento del pinchazo asusta tanto a niños como a mayores, pero los menores que han pasado ya el mal trago llaman a la calma. «Ahora que sé que no duele, me dará igual que me pongan una dosis o dos», dice Toni aliviado. Y Pau se atreve a dar algunos consejos para pasarlo de la mejor manera: «Cuando te meten la aguja tienes que mirar a otro lado. Te la sacan...¡Y ya está!».
Los motivos de los padres
El llamamiento de la Conselleria de Salut también pone el foco en los padres, quienes, en última instancia deciden si vacunan o no a los menores. Muchos temen los efectos secundarios o cuestionan la eficacia de la dosis. Sin embargo, Mercedes, madre de una niña vacunada, les anima a pedir cita. Para ella, el riesgo a evitar es mucho mayor que las reticencias que se puedan tener: «Estos niños van a la escuela, van a casa de los abuelos, con los amigos...Creo que es importante que lleguemos a una buena tasa de vacunación para estar todos, como sociedad, bien tranquilos».
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