Un buen ejemplo de cómo funcionan fue el primer paciente de covid-19 detectado en Balears. El portavoz del comité de enfermedades infecciosas, Javier Arranz, recuerda al británico que ingresó el 8 de febrero con síntomas en Son Espases. «Él no infectó a nadie de su familia, sin embargo venía de un viaje -estuvo en una estación de esquí francesa- en el que se contagiaron un montón de personas».
El experto asegura que la forma de contagio por el virus SARS-CoV-2 «no es matemática». Si bien se habla de una media para explicar que cada positivo contagia a 2,5 personas, sólo se trata de eso, de una media, porque «hay casos que no contagian a nadie y los hay que pueden infectar a diez», aclara. «Estamos viendo cómo cada vez más hay situaciones, llamados eventos de riesgo, donde hay una sola persona que contagia mucho en un lugar cerrado, no aireado, en una cena con amigos...». De ahí que el término supercontagiador se haya extendido más allá de las personas y ahora también se refiera a lugares.
Hay sitios donde es más fácil que se produzcan contagios. De hecho el 10 de noviembre la revista Nature publicaba un artículo que utilizaba esta denominación observando que la gran mayoría de infecciones se producían en puntos calientes y asegurando que restringir la ocupación máxima en estos lugares era más eficaz que reducir la movilidad.
En cualquier caso, hay mucho factores que influyen en los contagios. «Un superdiseminador probablemente tiene una gran carga viral dentro de su faringe, por tanto elimina muchos virus cuando habla, respira, canta o grita, y contagia a mucha gente, pero al mismo tiempo quien recibe el virus puede tener un sistema inmunitario muy bueno y no se infecta», añade Arranz.
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Fa mesos que es sap açò, però mentrestant es manté l’estúpida obligació de dur mascareta pel carrer, incondicionalment. Encara que vagis sol, en silenci (boca tancada) i sense aturar-te, encara que sigui a hores amb baixíssima afluència de gent al carrer. Allò que podia tenir un mig-sentit en agost i amb turisme al carrer, ara ha deixat de tenir-ne del tot. El pitjor no és la obligació en si mateixa, sinó el perillós fet de que alguns comencen a CREURE (com a acte de fe) que realment és necessària en aquestes situacions, cosa que condueix a temors de contagi sense cap fonament, mentre que després es relaxen en altres situacions on sí que haurien de dur-la, que és a interiors mal ventilats estant amb gent coneguda. Aquest virus és difícil de controlar perque el nostre mecanisme de confiança no serveix per evitar-lo. Tendim a desconfiar del desconegut, del qui ens creuam pel carrer, però no és d’aquests que ens contagiarem mai, sinó d’aquells en qui confiam més i ens hi juntam.