Durante el confinamiento apenas hubo urgencias no COVID en los hospitales.

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Las muertes por infarto de miocardio se duplicaron durante la primera ola de la pandemia con una relación certificada con la COVID-19. El hecho de que muchos pacientes mostraran temor por asistir a un centro sanitario en pleno confinamiento por el estado de alarma hizo que hubiera hasta un 22,7 % menos de casos, si se compara con el mismo periodo del año pasado, pero que la mortalidad se duplicara. Se trataría pues, de un efecto secundario de la pandemia que no sólo produce muertes por el coronavirus, sino también indirectas.

Así lo corrobora un nuevo estudio de la Sociedad Española de Cardiología, publicado en la Revista Española de Cardiología, elaborado con los datos de hasta 75 hospitales de referencia, entre los que se sitúa Son Espases. «Cuando un infarto se atiende correctamente la mortalidad baja pero si el paciente acude más tarde a la atención sanitaria, va a más», explica el jefe de Sección de Cardiología Intervencionista del centro, el doctor Vicente Peral, miembro del grupo de trabajo colaborador.

Los que llegaban al hospital lo hacían con peor pronóstico. Y como «se ha descartado que hayan recibido una mala atención», la teoría habla del miedo. «Tardaron más en llamar y el tiempo es fundamental porque en las dos primeras horas se muere la mitad del músculo del corazón y la respuesta al tratamiento es peor», añade el doctor Peral.

Baleares consiguió rebajar la mortalidad por esta obstrucción, que hace años era del 40 %, gracias al programa Código Infarto (un especie de botón rojo que activa todo un dispositivo para atenderlo) implantado en 2007. Actualmente, si se inicia el protocolo, la mortalidad es del 7 % pero no ha sido el caso

Menos casos

El estudio desvela que el tiempo desde que se inician los síntomas hasta que el paciente recibe la primera asistencia médica se incrementó de media 33 minutos esenciales (pasando de 200 a 233). También pueden darse casos «silentes o con manifestaciones no típicas», que podrían confundir al paciente.

Tras el análisis de lo acontecido, el equipo de Son Espases, así como el estudio a nivel estatal, concluyen que durante el primer periodo de la COVID se atendieron menos casos de infarto de miocardio, es más, «no había más incidencia de afectaciones cardiológicas que estuvieran relacionadas con la pandemia», reconoce este experto.

«¿Por qué? Quizás por la falta de actividad al estar encerrados o también se ha dicho que es porque había menos contaminación pero no está confirmado. Habrá que ver dónde está este 22,7 % o si falleció por otras causas», añade el jefe de Cardiología del hospital de referencia que reitera que «los que tenían un infarto tardaron más en pedir ayuda pero una vez lo hicieron los tiempos de actuación fueron los correctos». Por esta razón, el doctor Vicente Peral recuerda la importancia de actuar con inmediatez.