Retrasos
Manuel Palomino, director de Gestión y Presupuestos del IB Salut, revela que «antes de que aparecieran los primeros casos, este material estaba contratado a proveedores habituales (nacionales y europeos) y con concursos públicos. A la vez que empieza a incrementarse el consumo, estos proveedores habituales presentan más retrasos, hasta que ya dejan de disponer de material y el Servei de Salut corre el riesgo de quedarse sin material de autoprotección. A partir de ahí empezamos a buscar fábricas en cualquier parte del mundo para poder importar directamente el material. La mayor disponibilidad la encontramos en China, en el circulo industrial de Shanghái y empezamos a importar material directo desde esas fábricas».
Palomino advierte que «el precio de los productos se ha multiplicado por cinco y hasta por diez. En algunos artículos el consumo se ha multiplicado por 100. Cuando empezó la crisis disponíamos de material para tres o seis meses y se agotó en tres semanas. Los tests diagnósticos son un producto nuevo y aquí el precio ha evolucionado al revés: ha bajado hasta la cuarta parte del precio original».
En total, la compra de material sanitario extra por el coronavirus ha supuesto una inversión «hasta abril de 39.796.819 euros. Además se han comprado equipamiento técnico asistencial (respiradores y equipos) por valor de 4,5 millones. Ha sido un inversión importante con un único objetivo: salvar vidas».
China es el epicentro de la adquisición del preciado material sanitario, ya que «es el mayor fabricante mundial desde hace años. Hemos localizado también fabricación en Corea del Sur y en India, pero es aún más complicado. Los respiradores invasivos los hemos adquirido en Japón. Antes se compraba a distribuidores internacionales, pero la mayoría están fabricados en China».
En este proceso de búsqueda y compra de material, ¿cómo ha sido el rastreo de proveedores? «Es un proceso muy complicado en el que nuestro equipo ha tenido que aprender sobre la marcha. Comprar en una fábrica extracomunitaria que está a 9.900 kilómetros implica todo un complejo sistema de contratación (según la normativa de su país) facturación e importación. Además, el transporte corre de nuestra cuenta», dice Palomino. Eso sí, las escalas técnicas suponen un serio riesgo ya que «al tratarse de una pandemia mundial, si no eliges bien, te pueden incautar el material si ese país lo necesita», señala Palomino. Este departamento trabaja «en dos husos horarios, el nuestro y el de Shanghái».
Palomino muestra su preocupación por «determinados artícuos que por la evolución musdial su suministro irá a peor. Trabajamos con cinco suministradores pero debemos abrir más el número de fábricas pero con mucha seguridad» Y es que «el material defectuoso es la principal preocupación. Antes de la compra se comprueba que todo el material dispone de las certificaciones adecuadas. Pero no podemos olvidar las diferentes normativas entre China y Europa, esto lo complica aún más».
Riesgo
Además, «cuando el material llega al aeropuerto de salida (normalmente Shanghái) es auditado por un profesional contratado por nosotros. Cuando se recibe en la aduana española vuelve a ser comprobado, y cuando se descarga en nuestros almacenes se audita de nuevo». Aún así, el riesgo no es cero: «Cabe la posibilidad lejana, pero posible, de que el órgano certificador haya podido acreditar calidades que la partida entregada ya no la cumpla, sea por un problema en la fabricación de ese lote, por la adaptación a otra normativa o cualquier motivo. Con el incremento de fabricación actual esos problemas hay que contemplarlos y son un riesgo cierto con el que hay que trabajar».
Ahora «vamos a publicar una convocatoria para contratar la asesoría de importadores para abrir más el mercado en previsión de que éste empeore».
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