El hombre reconoció en el juicio que se tocó porque tiene problemas, pero dijo que no vio a ninguna menor. El acusado contó que había una chica asomada al balcón de unos veinte años. Luego oyó voces, se asustó y se fue. El hombre ya había sido condenado por un delito de exhibicionismo.
La joven que estaba con su sobrina de tres años en el balcón relató que el hombre miraba fijamente a la niña. La menor vio cómo el condenado se tocaba y se lo comentó a su tía.
«Mi madre le dijo que se fuera y avisó a los vecinos. El hombre escuchó gritos y huyó», dijo la tía de la niña. La abuela de la menor manifestó que su hija la llamó porque un señor se masturbó ante de la niña. La mujer salió al balcón y le gritó: «¡Cochino, esto no se hace!», antes de que aquél se retirara.
2 comentarios
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Si tuviéramos que cortar todas las mingas en cuestión, tendríamos un problema de almacenamiento. Mejor la pena de cárcel (allí los otros presos saben explicarle lo feo que está eso ) asociada a un multón de esos que no hay quien se escape porque Hacienda te lo quita indefectiblemente. Y ese dinero ir a sufragar gastos por ejemplo de atención a mujeres maltratadas.
Y no sería mas justo que le cortasen la minga?