Con un mercado inmobiliario tensionado, alquileres por las nubes y una demanda que supera con creces la oferta, muchos residentes se han visto empujados a buscar alternativas, incluso fuera de las islas.
La dificultad de encontrar viviendas asequibles no solo afecta a los ciudadanos, sino que también supone un obstáculo para las empresas, que luchan por atraer y retener talento. El teletrabajo permite a los empleados salir de los núcleos urbanos, donde los costes de vivienda son más elevados, y optar por localidades más asequibles y menos saturadas, dentro o fuera del archipiélago. Este movimiento no solo tiene el potencial de descongestionar las principales áreas urbanas, como Palma o Eivissa, sino que también puede revitalizar otros municipios más pequeños.Además, y es donde quería llegar, para las empresas el teletrabajo amplía el abanico de posibilidades para contratar talento, sin que sus empleados malvivan en nuestras queridas islas.
Para profesionales altamente cualificados, que suelen ver como un obstáculo instalarse en Baleares, debido a los altos costes de vivienda, trabajar desde la península o incluso desde otro país se convierte en una opción viable. Los retos también son importantes, como la posible desconexión cultural y profesional que puede experimentar un trabajador físicamente alejado de la sede de su empresa.
Desde una perspectiva empresarial, es necesario fomentar políticas que permitan compatibilizar el teletrabajo con incentivos para que las empresas adopten modelos híbridos de trabajo y se reciba apoyo económico desde nuestras instituciones. Sin embargo, esto requiere infraestructura: mejor conectividad digital y transporte, así como políticas que favorezcan el desarrollo sostenible y la vivienda asequible en estas áreas.
El teletrabajo no resolverá por sí solo la crisis de vivienda en Balears, pero representa un paso en la dirección correcta.