Eva recuerda emocionada y feliz los inicios de su negocio, en el que empezó con una amiga y actualmente trabaja su pareja que es chef, además de tener cuatro empleados a su cargo. «Montamos todo desde cero porque antes había una peluquería. Fue muy divertido porque alicatamos la cocina, pusimos rodapiés, montamos la vitrina, pintábamos, cocinábamos... mi padre también nos echó una mano con el camión», explica Eva, quien se emociona al recordar el primer día que abrió Sa Gulita: «Estaba muy feliz de estar creando algo desde cero y sentía mucha gratitud por estar en ese momento allí. El primer día vino un montón de gente que, semanas y meses antes, nos había visto todo el día preparándolo todo. Fue un momentazo». Antes de abrir su negocio, Eva se formó y recibió una beca con la que «aprendí un montón de cosas: estudiar cuánta gente pasa por delante, fuimos a otros negocios que ofrecían comida para llegar, cuáles eran las horas pico de afluencia de gente, cuánto teníamos que vender para ver si era factible o no... balances y números y elaboré un proyecto. Fue muy interesante y me quedaron bastantes tips que hoy en día sigo aplicando», explica. Lo que, sin duda, la animó a dar el salto es la ubicación de su local, pues se encuentra en la carretera de Eivissa a Sant Josep de sa Talaia, en una zona con bastante aparcamiento a ambos lados y que recibe un tránsito constante de gente, además de contar con otros negocios cerca. Sobre el porqué del nombre, esta empresaria afirma que no encontraba nada que le gustara, pero que tenía claro que debía tener la letra ‘i' «para poner un corazón como el puntito de la ‘i'. Hablando y hablando surgió la palabra ‘gula' y quería introducir también el ibicenco y fue por eso que metimos el artículo salado y así fue cómo surgió Sa Gulita. Escuché a mis sobrinas decirlo y tuve claro que tenía que ser ese nombre».
Sa Gulita tiene como lema de empresa que ‘te alimenta el alma'. «Alimentamos el alma porque realmente nos preocupamos de que la comida siente bien y de las combinaciones de ingredientes más adecuadas para que, precisamente, caiga bien a nivel digestivo. Estamos en investigación constante». Para esta emprendedora, la clave es poner amor en todo lo que se hace. «Si algo hemos puesto en este negocio es mucho amor. Al principio yo ni siquiera cocinaba, pero sacaba fuerza para ello, para seguir aprendiendo y no me daba ni me da miedo nada. Me preocupo de que todo esté buenísimo y sea de buena calidad; mi madre en sus ratos libres ha venido a ayudarme también. Lo hago todo con mucho cariño, incluso le hablo a las verduras», afirma Eva, quien tiene claro que «poner amor es la base para que la comida te salga bien. Poner amor a lo que haces es un sentimiento real que hace que las cosas te salgan de una manera u otra», precisa.
Eva y su equipo están en una investigación constante para ofrecer cada día un menú diario diferente que, además, sienta bien a nivel digestivo, algo que las personas con celiaquía, sensibilidad al gluten no celiaca u otras intolerancias, así como quienes no comen animales, agradecen. «La gente nos agradece que tengamos en cuenta intolerancias alimentarias. Al final, casi todos estamos algo fastidiados por el recorrido que hemos llevado o llevamos en alimentación y estilo de vida; hay conceptos muy erróneos que tenemos normalizados y llega un momento en el que tu cuerpo dice ‘basta' y no puede más. Cada vez hay más intolerancias alimentarias y nos adaptamos a ellas», apunta. Recalca que toda su cocina es sin gluten «y mejoramos el producto constantemente para que la gente lo pueda consumir sin preocuparse de si le sentará bien o no». En este sentido, las harinas y granos que utilizan son todos ecológicos y cuentan con productores locales de frutas y verduras, además de disponer de huertos familiares para abastecerse de producto de proximidad. «Lo hacemos todo casero, hasta la masa de la lasaña», precisa. En este punto recalca que estudiando previamente los negocios de comida para llevar en Eivissa, vio que había poca variedad «y tuve claro que no quería hacer nada similar porque la gente se aburriría y yo me aburriría de hacer siempre lo mismo también. Entonces, mi idea fue basarme en la comida casera, la de siempre, y darle un ‘punto'. Es decir, platos típicos adaptados a las intolerencias y vegetarianos». De esta manera, se puede encontrar una boloñesa vegana con bechamel de leche de almendras casera cuyas almendras han sido activadas previamente o bien un potaje vegano, unas albóndigas como las de siempre, pero sin carne, un brownie sin leche de vaca, burguers vegetales o montaditos. «Es un trabajo muy creativo y tenemos muy buena respuesta de la gente». «Hay gente que viene los cinco días de la semana; al final somos como una familia. De hecho, mi idea es que la gente se sienta como en casa, que come como en casa. Es la casa de todos». Este carácter familiar y la calidad de la comida se ve en que, además, acuden personas que comen carne y pescado a buscar sus platos de comida pese a que sea cien por cien vegetariano.
Sa Gulita no tiene venta online y no lo contemplan dada la complejidad que sería la distribución de los productos frescos. Lo que sí tienen pensado en un futuro no muy lejano es crecer, expandirse y seguir nutriendo almas.