Matutes hace un balance de la temporada muy positivo y asegura que los ingresos han sido claramente superiores a los de 2019, mientras que la rentabilidad será similar. «En nuestra compañía hacemos un balance muy positivo de la temporada 2022. En términos de ingresos se superan claramente las cifras de 2019 gracias a una potente recuperación de la afluencia turística y en cuanto a rentabilidad estimamos que nuestras cifras finales serán bastante similares a las que experimentamos antes de la pandemia», indica.
El director general de Sirenis, que cuenta con hoteles en Eivissa, Gran Canaria, Punta Cana (República Dominicana), Riviera Maya (México), Cayo Santa María, Varadero (ambos en Cuba) y San Andrés (Colombia), defiende que los turoperadores continúan siendo trascendentales, un «agente importantísimo», y que «es un error muy común» pensar que ellos no hacen sus deberes de adaptación a las tendencias del mercado.
Por otra parte, correlaciona de forma directa la rentabilidad real con la inversión. «El proceso inflacionario está impactando de manera muy visible a nuestra industria y en este ejercicio ha supuesto un auténtico reto. Por ello la rentabilidad sólo ha sufrido un repunte real en aquellos establecimientos que han sido objeto de intensos procesos inversores en reposicionamiento que han permitido trasladar al precio los considerables aumentos de costes», señala.
Respecto a la sostenibilidad y circularidad, Matutes explica que este año han puesto en producción una planta fotovoltaica. «Son asuntos que ya nos están ocupando y que sin duda estarán en la agenda de forma muy relevante en los próximos años. En el presente ejercicio, sin ir más lejos, hemos puesto en operación una planta de producción fotovoltaica que esperamos que abastezca de forma directa con energía renovable al menos el 30% del consumo de un complejo de 700 habitaciones. Y seguiremos por ese camino», indica.
Matutes considera que el debate de la masificación debe abordarse con seriedad. «Tras dos años con unas cifras mínimas de turistas, una simple vuelta a la actividad prepandemia ya supone como mínimo una sensación de masificación. Adicionalmente, los cambios en la estructura de alojamiento de nuestras islas (y muy notablemente la gran presencia de oferta ilegal) junto con los nuevos hábitos sociales de movilidad generan nuevas situaciones y necesidades que atender. Sin duda va a ser un debate del que solo espero que se aborde con una mínima seriedad. En cuanto a las plazas turísticas hoteleras propiamente dichas, sus cifras son muy estables desde hace años. El crecimiento no viene precisamente por ahí, debemos evaluar los perniciosos efectos de transformar unidades residenciales en elementos comercializables turísticamente», afirma.
Matutes, respecto a la nueva ley, asegura que sus efectos serán menores a los pregonados y critica que la oferta ilegal y el intrusismo sigan perjudicando a todos. «Pienso que sus efectos van a ser mucho menores de los pregonados. Se centra en intervenir de forma cada vez más exhaustiva a los establecimientos legales mientras la oferta ilegal y el intrusismo siguen gozando de buena salud y produciendo graves perjuicios sociales que a su vez sirven para deslegitimar la actividad turística en un bucle perverso», concluye.