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Hace unos años leí un libro titulado La pelota no entra por azar del consultor de negocios y exdirectivo del FC Barcelona, Ferran Soriano. Me ha venido a la cabeza por lo que parece que ha sido el pistoletazo de salida a una carrera de las comunidades autónomas para ver cuál es la que baja más impuestos.
Parece que la última en apuntarse ha sido la Comunitat Valenciana tras el anuncio de su presidente, Ximo Puig, de una rebaja del IRPF para las rentas de menos de 60.000 euros. A esta rebaja le vendrán otras –ya estoy esperando las de Balears– del resto de las comunidades autónomas y/o ayuntamientos. Estos planteamientos, lógicamente, van a resultar más difíciles de defender a las comunidades gobernadas por unos, y que en su ADN pudieran existir ciertos vestigios liberales, que a las gobernadas por otros, que han hecho bandera de demonizar a los ricos y a los ciudadanos que, en muchos casos fruto de su esfuerzo, han conseguido que les vayan las cosas un poco mejor que al resto.

En cualquier caso, y de ahí que la situación actual me trajera a la memoria el libro de Soriano, la mayoría de las cosas no suceden por azar. Ahora parece que está de moda emular los planteamientos liberales de la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, pero estarás muy equivocado si pensaras que esto (solo) va de bajar impuestos. Pensar que bajar impuestos como forma de gobernar –mejor dicho de intentar ganar elecciones– es no tener ni idea de qué va esto y pensar… que la pelota entra por azar. Detrás de la estrategia madrileña de gestión, que a unos les puede gustar y a otros no, hay toda una forma de entender la gestión pública. Nos es solo bajar impuestos, es optimizar (adelgazar) la administración.

Soriano, cuenta en su libro que la figura más importante de las expediciones del siglo XVIII no eran los que se jugaban la vida adentrándose en tierras inhóspitas sino los «escogedores de selvas». Generalmente aristócratas filantrópicos que decidía financiar una expedición a regiones indómitas, que elegían por la orografía del suelo, la riqueza del subsuelo, la agresividad de los nativos, la climatología, etc. Es decir, el éxito de una misión dependía en gran medida de la correcta elección. En resumen, cada opción política debe saber dónde está su selva, para no quedarse en tierra de nadie, o correrá el riesgo de ser devorada por los leones.