Esto ha permitido que las Islas hayan sido siempre un referente en materia turística y así va a continuar siendo en el futuro gracias a una nueva estrategia turística que nos permitirá colocarnos una vez más a la vanguardia del turismo, con una normativa turística que permitirá al Archipiélago liderar la transformación y la modernización del sector turístico, adaptando nuestros estándares de calidad y servicio a los retos y exigencias del siglo XXI.
Balears siempre ha abierto camino y volverán a hacerlo, desde una nueva perspectiva y con una visión más integral del turismo, con un planteamiento que generará soluciones capaces de mejorar la experiencia del turista, la calidad de vida de los residentes y las condiciones laborales de los trabajadores. Por primera vez en nuestras islas tendremos una ley turística que piensa en todas las dimensiones de la actividad.
Después de décadas transitando las fórmulas del éxito y exportando conocimiento era el momento de dar un paso más y comenzar a diseñar el turismo del futuro. Balears será de nuevo pionera y liderará esta transición hacia una modernización del modelo que nos permitirá ser líderes en todos los frentes, aportando su bagaje, su conocimiento y su cadena de valor al conjunto de la economía.
Precisamente la nueva ley turística está diseñada desde esta perspectiva, entendiendo el gran reto que encaramos, con el cambio de paradigma que supone en la manera de organizar nuestra economía y redistribuir de manera más justa la riqueza.
Un cambio que, como no podía ser de otra manera, implica medidas para modernizar y hacer todavía más atractivo, rentable y competitivo el turismo. Gracias a esta norma, seremos capaces de mejorar nuestro modelo turístico desde la colaboración, impulsando la modernización de toda la cadena de valor del turismo, necesidad que ya han sabido reconocer y abordar buena parte del sector, al igual que otras comunidades autónomas, que ya han mostrado interés en imitar la normativa.
El turismo tiene por delante un futuro extraordinario, que estará marcado por la circularidad, la calidad y la sostenibilidad, facilitando reformas que apuesten por un crecimiento inclusivo y sostenible que nos permita continuar llevando al turismo hacia la calidad, desterrando los excesos y promocionando nuestro patrimonio, así como la riqueza ambiental y cultural de nuestras islas.
Para conseguirlo, Balears contará con la ayuda de fondos europeos y estatales, que representan una oportunidad histórica para el destino, no solo para recuperarse de los efectos de la pandemia, sino para definir un modelo económico y social más resiliente. En total, la norma contará con 60 millones de euros en ayudas directas para acompañar al sector en la transformación.
Y para asegurar que el camino de la calidad no tiene vuelta atrás, así como certificar que no podemos seguir creciendo en oferta turística de ninguna índole, la normativa incluye la congelación de plazas turísticas en las cuatro islas durante al menos, los próximos cuatro años. El nuevo marco turístico de las Illes Balears lanza un mensaje claro de cara al futuro, solo hay un camino: la reducción de plazas turísticas, cerrando la puerta al aumento de la presión turística, y la mejora de las ya existentes.
La norma recoge la posibilidad de reformar los establecimientos existentes y ampliar sus instalaciones hasta un 15% a cambio de reducir plazas comercializadas, lo que implica el primer incentivo para reducir el número de plazas en Balears y supone también un paso más para dar continuidad a la mejora constante de la calidad que nuestro sector lleva años ejecutando. Citaré solo un ejemplo de nuestro compromiso con la inversión, en plena pandemia y gracias a la impulsada por el Govern, desde julio de 2020 y hasta finales de 2021, se presentaron en Turisme 101 expedientes de mejora de establecimientos turísticos por un valor superior a los 150 millones de euros, donde ya vimos no solo crecimiento cero sino reducción.
El modelo basado en crecer constantemente lleva ya un tiempo mostrando síntomas de agotamiento, por lo que el bloqueo de plazas turísticas se introduce en este contexto, con el fin de redirigir la inversión a fines más deseables no solo socialmente, sino también económicamente.
Si lo que queremos es dejar de crecer cuantitativamente para empezar a hacerlo en términos de calidad, hay que redirigir la inversión, usarla para mejorar las plazas existentes en Balears y no para seguir construyendo las que quedan suspendidas. Y cuando hablamos de aumentar la calidad, hablamos de mejorar los servicios, fomentar la inversión en renovables, en mejorar las instalaciones del parque hotelero existente, en ahorrar costes por reaprovechar los recursos gracias a la circularidad y en un largo etcétera de sectores colindantes al turismo y que tienen un grandísimo potencial como el náutico, el agroalimentario, los servicios a empresas o nuevas tecnologías para acelerar la descarbonización y la circularidad.
Se trata, en definitiva, de canalizar los recursos que tenemos a los fines que nos hagan ser más competitivos a largo plazo; se trata de mejorar esas plazas existentes y no seguir inundando el territorio de cemento.
Porque el objetivo final de esa transformación es seguir siendo los más fuertes ante las amenazas externas. Para ello estamos obligados a consolidar un marco que nos permita continuar siendo líderes en lo que mejor sabemos hacer: aportar una experiencia única y no solo para descansar, para disfrutar y para desconectar de su día a día, sino también por el valor que supone visitar un destino que protege su territorio y que ofrece prosperidad a sus habitantes.
Durante estos años, nos hemos dado cuenta de que el modelo turístico tenía que mejorar y virar hacia la calidad. Nos lo advirtió la caída de Thomas Cook y lo aplicamos con el decreto de excesos.
Y ahora con esta ley pretendemos consolidar las bases de un turismo líder y de futuro que apueste definitivamente por la calidad y no por la intensidad; un modelo cualitativo y no cuantitativo. Porque se puede y se tiene que vivir mejor del turismo.
Por eso, la nueva ley gira alrededor de 4 ejes u objetivos principales: Sostenibilidad Social, Medioambiental, Territorial y Simplificación y Modernización administrativa.
Cuatro ejes que tienen como punto de partida la calidad de la ocupación y la calidad de vida de las personas, con medidas que hacen que el turismo sea también sostenible en lo social. Todas las personas tienen las mismas oportunidades y nuestros trabajadores deben desempeñar su labor en las mejores condiciones. Por ello, aspiramos a posicionarnos como el destino que mejor protege a sus trabajadores del sector turístico y nos convertiremos en un destino no solo pensado para los turistas, sino también para residentes y trabajadores del sector.
Además, Balears será el primer destino que exigirá a las empresas tener planes de circularidad y el respeto al medio ambiente seguirá siendo una condición ineludible, imponiendo la sustitución de calderas de fuel-oil por alternativas más sostenibles, la trazabilidad del pescado y del marisco, primando al producto local o prohibiendo los amenities desechables.
La sostenibilidad es clave para un destino turístico y debemos cuidar lo que nos hace únicos, nuestras islas. Solo así lograremos ser un destino plenamente sostenible en todas sus vertientes. Todo para proteger nuestra cultura, respetar nuestros paisajes y cuidar lo que nos hace únicos, nuestro mar y nuestra tierra.