La formación dual es remunerada para el estudiante. | ARCHIVO

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La formación dual ha entrado en el sector químico y tanto empresas como estudiantes avalan sus ventajas. Un total de catorce empresas y veinte personas hicieron posible el desarrollo de la primera edición de un curso de nivel 3 en organización y control de procesos de química transformadora. El certificado de profesionalidad empezó en 2019 y la pandemia irrumpió de pleno. Aun así, pudo finalizarse con éxito y ya se está desarrollando la segunda edición de esta formación dual organizada por la Fundació Universitat-Empresa, supervisada por el Departamento de Química de la UIB y avalada por el SOIB, el SEPE y el Clúster Químico. Antes de noviembre de 2022 se lanzará una tercera edición.
La formación dual se distingue de la formación tradicional porque el estudiante cotiza durante el periodo de formación, tiene un contrato laboral y recibe una remuneración. En este caso, al tratarse de un sector estratégico, el SOIB ha cubierto el 100% de la cotización y del sueldo de los trabajadores en formación. Como principales ventajas, ofrece experiencia remunerada a los estudiantes y tiene una alta tasa de inserción laboral.

Pau Crespí, responsable de Biolínea Int., explica que la principal ventaja de la formación dual es que hay mucho más tiempo de prácticas que en una formación tradicional. «La primera promoción hizo seis meses de formación teórica y seis meses de prácticas. Ahora se van alternando por días ambas actividades. La formación dual va muy bien para la empresa y para el alumno. Normalmente los estudiantes de la UIB o de FP tradicional hacen prácticas curriculares de 200 horas y en este escaso tiempo es difícil que aprendan. Con la formación dual cobran un sueldo mínimo, están más implicados, desde el primer día son un trabajador más y al acabar son profesionales con experiencia. A veces cuesta apostar por una persona que ha acabado la universidad porque no tiene experiencia, pero de esta forma pueden tener experiencia y es más fácil contratarles. De los tres estudiantes que tuve en prácticas, ofrecí trabajo a los tres. Uno se quedó y dos se fueron a otras empresas del sector», indica.
Laura Aguiló, de 29 años, era graduada en Biología. Hizo un máster en Barcelona pero las posibilidades de trabajar de lo suyo eran escasas. Entró en la formación dual y se quedó en Biolínea tras acabar la formación. «Los contenidos están por debajo de los estudios de algunos de nosotros, que somos biólogos o químicos, pero sirve para que los titulados encuentren trabajo. Es una gran oportunidad. Por ello, creo que si hubiera más plazas y se diera más visibilidad a esta oportunidad se podría ayudar a mucha más gente», menciona Aguiló.

Andreu Pallicer, por su parte, es el administrador de Ecoquímic, que cuenta con marcas arraigadas a Mallorca como Desimper. Define su participación en la formación dual como una «experiencia muy buena». «A la empresa no le cuesta nada la formación y cuando acaba el estudiante ya está adaptado y no pagas el mosaje. Mientras que para el estudiante es una oportunidad de trabajar durante la formación y después. Es muy importante hacer una buena selección de candidatos para que no haya estudiantes que solo vengan porque cobran, ni que tampoco haya empresas que se aprovechen de tener un trabajador con costes pagados, que no conozco ningun caso pero podría pasar. Al final, las dos partes tienen que estar contentas», explica.

Amy Peñalver hizo las prácticas en Ecoquímic. No pudo quedarse en un primer momento debido al parón durante la pandemia, pero un año después la llamaron. «Creo que la formación dual es muy útil. En una formación tradicional aprendes el oficio, pero con la dual además tienes una remuneración y cuenta como experiencia, lo que aporta mucho valor. Los contenidos eran similares al grado en Química, pero en el certificado nos enseñaron normativa, que en la carrera no se ve y es muy importante. Ahora tengo un trabajo de lo mío como técnico de laboratorio», concluye Peñalver.