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Podemos recordar titulares de la prensa de 2020. Por ejemplo, el 20 de marzo de ese año:
«La mitad de los españoles teme perder el empleo por la crisis» (El País)
«Los médicos priorizarán a los enfermos según su esperanza de vida» (El Mundo).
«El colapso. Las UCI recibirán el doble de la demanda máxima que pueden asisitir» (La Vanguardia)
«Angustia y alarma entre las familias y los trabajadores por las defunciones masivas de ancianos en geriátricos» (El Periódico)

Y los titulares de esas semanas convierten La guerra de los mundos en un cuento infantil. Desde entonces, sobrevivimos y nos adaptamos a la plaga como mejor sabemos y podemos, con dolor, esfuerzo y resignación de todos. El BOE publicó una relación de condecorados con la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, a título póstumo, 122 profesionales sanitarios muertos por el coronavirus. Seguro que la medalla la merecieron muchos más. Personas que entregaron su vida por cuidar a los demás.

En el otro lado, después perder el 10,8% del PIB en 2020 (la mayor caída desde la Guerra Civil), de situar la deuda pública en máximos históricos -1,43 billones en noviembre de 2021, 122% del PIB-, inflación desatada que nos limpia a todos el bolsillo, todavía no se obliga a los ciudadanos a contribuir al bien común en la medida de sus capacidades.

Todavía nuestros gobernantes no son capaces de decirles con claridad meridiana que son unos insolidarios, egoístas, comodones y parásitos, que no defienden a la comunidad en la que viven. Todavía los no vacunados transitan libremente con casi los mismos derechos que los demás. ¿Por qué somos tan cobardes? ¿Por qué se justifica llevar al turismo a la ruina, obligando a cierres, restricciones, gastos… y, sin embargo, se admiten decisiones profundamente insolidarias de individuos que no se quieren vacunar?

Llevamos casi 100.000 muertos, otros muchos con secuelas graves, y una ruina económica solo disimulada por la respiración asistida de Europa, en forma de deuda incensante. ¿Hasta cuándo la pasividad y el pasteleo? Por ello, celebro con alegría que hayan deportado al célebre tenista. Ojalá le hagan cumplir los tres años de prohibición. Ojalá todos los torneos de tenis exijan la vacunación completa de todos quienes participan. Ojalá...