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Metidos en la segunda quincena de diciembre, se habla mucho del mediático y no tan efectivo «rally de Navidad».

Es frecuente oír argumentos como «se hacen muchas aportaciones a final de año que hacen subir las bolsas» o algunos tan someros, incluso ridículos, como que las bolsas se maquillan.

El primero podría tener algo de sentido si el mercado fuera pequeño y si solo se hicieran compras: es verdad que se hacen operaciones fiscales como aportaciones a planes de pensiones o inversiones para no tener liquidez a cierre de año, pero por sí solo no valdría ya que el volumen de negociación en las bolsas mundiales es tan grande que pasa desapercibido.

Por si fuera poco, muchas operaciones fiscales son ventas: generar plusvalía antes que comience un año con más impacto fiscal, o vender (tanto vía beneficio como pérdida, dependiendo del caso) para compensar operaciones y ahorrar impuestos.

De hecho, tal como se ve en el gráfico, varios meses de diciembre han cerrado en rojo. De hecho, en algunos casos con rentabilidades muy negativas.

En el momento de escribir este artículo las bolsas están en verde en diciembre y, aunque sea moderado, muchas de ellas van camino de cerrar el año con rentabilidades de doble dígito en algunos casos por encima del 20% (el IBEX va a ser una excepción a este gran año).

¿Se acentuarán las subidas de diciembre? Si así fuera la mayoría de bolsas podrían estar por encima del 20% y algunos por encima del 30%; ¿qué hará que lo consigan?
A riesgo de decepcionar al lector, es imposible hacer predicciones a un plazo inferior a 10 sesiones bursátiles: se podrían mirar soportes técnicos muy específicos pero a tan corto plazo se podrían perforar sin problema ante movimientos más o menos bruscos, especialmente teniendo en cuenta que habrá días semifestivos con poco volumen: desde una noticia concreta de una empresa importante, un dato macro o, como no podía ser de otra manera, ruidos relativos a la COVID. Es decir, que es imposible saber si habrá, finalmente, rally de Navidad hasta finales de año.

Realmente intentar operar ante un rally bursátil es más parecido a un juego de azar que a un análisis bursátil, aunque con más probabilidades de ganar ya que si la bolsa sube a largo plazo (siempre ha sido así y así será mientras hablemos de bolsas globales y no de países o empresas concretas) es porque hay más meses alcistas que bajistas.
Independientemente de esto, es mucho más importante analizar qué factores harán mover a los mercados en un 2022 que, desgraciadamente, no estará exento de noticias sobre la COVID pero no serán las únicas: si las nuevas olas de la pandemia no ralentizan la economía será año de subida de tipos de interés, oficiales en algunas zonas y reales en casi todas y las empresas tendrán el reto de volver a sorprender al mercado lo que podrá ayudar el, teórico, fin de los problemas de abastecimiento y de precios energéticos.
Pero, aún buscando un horizonte de todo el año que viene, el periodo también es corto ya que la inversión en bolsa debe ser a largo plazo para evitar problemas puntuales y beneficiarse del crecimiento económico, si se invierte de forma diversificada y con calidad, de las mejores empresas del mundo actuales y futuras.