Quizás sea el momento de entender qué paisaje a nivel local, nacional e incluso mundial nos deja la COVID después de sufrir la mayor crisis sanitaria de los últimos siglos, la mayor crisis económica desde 1929 y la mayor crisis social desde los años 1930 como decía hace unos días Ignacio Ramonet. Los ciudadanos lo hemos sufrido y muchas cosas han cambiado sin que seamos conscientes porque ni siquiera las vacunas han podido crear un consenso, generando una especie de separación cada vez más intensa entre vacunados y no-vacunados. Además, los Estados se han sobreendeudado y más tarde que pronto llegará una subida de impuestos para hacer frente a la factura de esta deuda pública impagable. En paralelo el consumo va in crescendo tal y como leía en el Informe de Perspectivas del Consumidor de Kantar Media.
En general, la valoración del momento para comprar productos y servicios ha mejorado 12 puntos respecto al trimestre anterior y, excepto en el caso de alimentación o los seguros de vivienda y vida, que sufrían ligeros ajustes, todos los productos mejoraban su valoración, en algunos casos de manera muy significativa. En este sentido, crecía la valoración de todos los productos relacionados con el ocio y el turismo, que hasta el trimestre anterior se encontraban en niveles muy negativos. Cines y espectáculos lograban entrar en valores positivos y los viajes de fin de semana o salir a bares y restaurantes se acercaban al positivo y presentaban un aumento destacado. Sin embargo, surge otro problema porque la demanda supera el abastecimiento y no hay ni microchips ni bicicletas disponibles en una espiral de subida en el que se suma el alza del precio de la energía porque las renovables no han llegado y las fósiles ya no valen la pena. ¿Cómo controlaremos este desequilibrio? ¿Qué pasará en Navidades con esta inflación?
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