Un “cisne negro” es un concepto que se utiliza en los mercados financieros para definir un evento, no esperado por los inversores, que hagan peligrar la salud de las bolsas o de la renta fija.
Muchos analistas lo buscan, normalmente con poco éxito. Por ejemplo, nadie pensaba que una pandemia mundial pararía el mundo en 2020 y cuando el mercado lo empieza a ver y a actuar, ya no es un cisne negro.
En los últimos años se han dado varios pero ninguno ha llegado a hacer daño real, ni siquiera la propia pandemia: antes de la COVID-19 vimos el Brexit, la victoria de Donald Trump, la guerra comercial con China y después del coronavirus (o durante el mismo) la derrota de Donald Trump, la posible subida de tipos de interés y ahora los problemas de la bolsa de China.
Precisamente, este último es el que preocupa ahora a los analistas: el Partido Comunista ha decidido intervenir en algunos sectores estratégicos de la economía del gigante asiático.
Empezó con las compañías tecnológicas, con la mediática paralización de la salida a bolsa de la fintech propiedad de Jack Ma, fundador de Alibaba, y ahora ya están interviniendo en salud, educación y también en el sector inmobiliario.
Esto ha hecho que una de las bolsas que menos se resintieron durante la caída de la COVID sea en 2021 una de las peores del mundo.
Aunque se trate de un problema puntual en un país, es una gran potencia económica con relaciones muy relevantes con el resto del mundo (tanto occidental como emergentes), con una población de clase media creciendo muy rápido y con poder en ciertos sectores estratégicos.
Precisamente los sectores atacados por el Gobierno chino son, de momento, educación, tecnología (el último dardo ha sido para Tencent y sus videojuegos) o sanidad. Es decir, las nuevas “megatendencias”. Este concepto se refiere a los hábitos de consumo de la población, ya muy alejados de una moda; problemas en sectores tan estratégicos de un país, a su vez, tan estratégico podría provocar un efecto contagio.
Hoy por hoy, el mercado no está actuando con miedo y únicamente está penalizando a empresas concretas de China. Aun así, también hay repercusión en otras bolsas: muchas compañías chinas cotizan en otros mercados. Por ejemplo, tres de los exponentes de esta intervención son las comentadas Alibaba y Tencent y la compañía de coches compartidos Didi. Pues bien, las tres cotizan en la bolsa americana (y en algunas europeas) y con cierto peso en algunos índices.
Además, el tamaño del país y su simple relación con el resto puede peligrar la tendencia de otros sectores. En este sentido, uno de los sectores más castigados la semana pasada fue el lujo (Louis Vuitton o Kering lideraron las caídas del EuroStoxx) por el riesgo a menores ventas, precisamente, en China.
Podemos ver tres escenarios futuros: (i) que todo se normalice y se recupere la bolsa china; (ii) que se sigan penalizando a las empresas del país y las que más relación tengan con él o (iii) que se contagien todas las bolsas.
Es imposible saber cuál se dará, así que los inversores deben, como siempre, establecer estrategias de protección y diversificar en calidad de varios sectores, países y riesgos.
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