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De vez en cuando es bueno abstraerse del momento presente y levantar la mirada que construye futuro y de paso, sube el optimismo. La pandemia nos ha bloqueado a todos y tendremos que convivir con sus efectos más tiempo del deseado, pero la progresiva vacunación de la población nos tiene que dejar claro que existe un mañana que nos espera a la vuelta de la esquina con todos los matices que queramos. Hoy quisiera aterrizar sobre la autenticidad, una de las fortalezas en las que Menorca siempre ha sobresalido y, al mismo tiempo, un valor al alza en los tiempos que corren. Lo leía el otro día en unos apuntes de una charla a la que asistí. En los últimos diez años, el paso a la economía de la experiencia ha sido incuestionable, y, en la actualidad, ésta prevalece en prácticamente cualquier sector, con nuevos y maravillosos espacios de convocatoria que compiten por captar la atención. Las personas deciden dónde y cuándo invierten su dinero y, aún más importante, su tiempo, tanto o más que lo que reflexionan sobre qué y cómo comprar. Sin embargo, en un mundo cada vez más repleto de experiencias deliberada y sensacionalmente escenificadas, que construyen un mundo cada vez más irreal, los consumidores deciden si compran o no basándose en la autenticidad que perciben de esa oferta. La respuesta a qué significa ser auténtico pasa en primer lugar por ser fiel a uno mismo y al mismo tiempo, ser quien uno dice ser ante los demás.

Estos dos principios de pensamiento y acción, ayudan a diferenciar lo auténtico porque por un lado, la importancia de ser serios, coherentes e independientes orienta a las personas hacia la percepción que tienen de sí mismas. Y por el otro, ser dignos de confianza, honestos y compasivos, ofrece una orientación de la conducta hacia los demás.

Menorca sigue siendo auténtica y lo seguirá siendo cuando pase la pandemia. Recuerdo una brillante charla que ofreció el publicista Miguel Ángel Furones en una pasada edición del Foro Illa del Rei en el que reflexionaba sobre cuál era el valor de Menorca, haciendo hincapié en lo que tiene, pero también lo que no tiene o le falta. “Si tuviera que hacer un cartel para promocionarla, yo diría que es verdad que Menorca no tiene carril bus pero tenemos carril para caballos”, en referencia al Camí de Cavalls. Furones añadía que mucha gente viene a Menorca por sus calas preciosas pero también porque no hay demasiados semáforos. Creo que es labor de todos preservar esta consistencia sin obviar que la mejora continua da sentido a tener siempre un destino más próspero.