La aversión al riesgo es un concepto que hace alusión a la preferencia de las personas por evitar o no la incertidumbre. Es un concepto que podemos aplicar a casi todas las facetas de la vida. En nuestra actividad diaria tomamos múltiples decisiones, y algunas entrañan mayores riesgos (de salud o económicos, por ejemplo) que otras. La aversión al riesgo de una persona es un factor determinante a la hora de contratar un seguro de decesos u otro tipo de producto asegurador.
La aversión al riesgo y los seguros
El listón de tolerancia al riesgo lo pone cada uno: hay individuos capaces de convivir con el riesgo de forma natural, pero la mayoría intenta garantizarse un nivel de seguridad más alto o bajo. Por eso buscamos un trabajo estable, intentamos acumular unos ahorros de los que poder echar mano ante un eventual imprevisto o contratamos un seguro, del tipo que sea.
Los seguros son, de hecho, la prueba fidedigna de que las personas generalmente intentamos evitar la incertidumbre y el riesgo: para ello, estamos dispuestos a firmar un contrato, por el que pagamos una prima a cambio de que la compañía de seguros pague una indemnización o cubra unos gastos en caso de que se produzca el evento cuyo riesgo es el objeto de cobertura.
Los seguros de decesos, ejemplo de la aversión al riesgo
Los seguros de decesos cubren riesgos de alto coste. Una persona con una baja aversión al riesgo, muy probablemente no se pare a pensar qué ocurrirá si fallece a causa de un imprevisto. Sin embargo, las personas más aversas al riesgo seguramente contemplen todos los escenarios, también el de su ausencia, y cómo esta puede repercutir en su familia más cercana, por eso es más probable que contrate un seguro que le cubra ante la muerte Se trata, al fin y al cabo, de minimizar las repercusiones puede tener el deceso sobre los familiares.
En este sentido, existen pólizas de seguros de deceso adaptadas a las necesidades y requerimientos de cada persona. Los individuos más aversos al riesgo están dispuestos a pagar primas adicionales que prácticamente garanticen la indemnidad patrimonial de sus familiares en caso de fallecimiento.
Estos seguros pueden cubrir desde el traslado a la ciudad de origen y la repatriación desde cualquier país a la atención psicológica personalizada y presencial durante el trance del duelo por la pérdida del ser querido.
También suelen incluir la asistencia jurídica ante el deceso, pues los fallecimientos requieren de un proceso burocrático complicado de realizar en un estado de impacto emocional.
Algunas personas contratan también una indemnización por muerte o invalidez que pueda ser causada por accidente.
Los gastos excepcionales de sepelio o la asistencia para mascotas son algunas coberturas menos comunes, que el asegurado también puede incluir.
En los últimos tiempos, los individuos más previsores piden también la inclusión de un servicio de gestión final de la vida digital. Todos tenemos correos electrónicos, cuentas en diversos servicios, redes sociales… ¿Qué pasa cuando fallecemos? Pueden perderse en la infinidad de Internet, pero hay elementos personalísimos que podrían caer en manos ajenas. Algunos seguros de deceso ofrecen hoy el servicio de borrado de huella digital, que incluye el borrado del contenido publicado en redes sociales, de los archivos de la nube y de los correos electrónicos, para que los más previsores tengan la certeza de que su información personal no quedará sin control en el indeseable supuesto de un fallecimiento imprevisto.
Como podemos ver en este artículo, los seguros tienen un amplio margen de asistencias, que pueden cubrir las necesidades de cualquier persona, sea cuál sea su aversión al riesgo. Contratar una póliza de decesos dependerá de cómo gestionamos nuestra relación con el riesgo y del precio que estamos dispuestos a pagar por tenerlo cubierto.
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