Sobre la temporada, Escarrer reconoce que la ocupación ha mejorado ligeramente y que los precios han caído un poco. “En general, se constata que la estancia promedio se ha reducido y una gran parte de la clientela se ha desplazado al negocio de alquiler vacacional. A nivel global, nosotros cerraremos con una ocupación algo mejor (+0,9% aproximadamente) que el año pasado, y una ligera bajada de precios debido a que hay muchísima oferta, y mucha oferta de última hora que reduce los precios medios. Por destinos, en Mallorca se habría registrado una mayor ocupación (+3% aprox.) y una ligera bajada de precios. Menorca, a pesar de la mayor dependencia de la turoperación, prácticamente empata la ocupación de 2018 (-1%), también con una ligera bajada de precio, y Eivissa es la que más ha notado la creciente competencia, porque venía de un histórico muy alto, y aunque mejoraríamos ocupación alrededor del 3%, se ha producido una caída del precio (-6%)”, afirma.
El CEO de Meliá minimiza el impacto de la quiebra de Thomas Cook en la empresa, al tiempo que apunta a la pérdida de conectividad como el principal peligro para Balears. Escarrer mantiene una apuesta clara, contundente y prolongada en el tiempo, por la calidad. En este sentido, considera de capital importancia que la Administración incentive la reforma y modernización de los establecimientos hoteleros.
“Las Islas deben implementar mecanismos que aumenten nuestra competitividad, máxime en un entorno complejo que augura nuevas caídas en las llegadas de nuestros principales mercados emisores europeos. Facilitar las reformas es imprescindible si queremos que nuestra oferta de alojamiento gane en calidad y diferenciación respecto a la que pueden ofrecer otros destinos más baratos como Turquía o el Norte de África, e ir construyendo un modelo turístico que apueste por la calidad y la rentabilidad, no por la cantidad de turistas sin valor añadido. Creo además firmemente que, más allá de criterios de calidad, la Administración debería facilitar e impulsar las reformas de establecimientos hoteleros y de oferta complementaria, bajo criterios de sostenibilidad, que hoy en día es una exigencia para unas islas como las nuestras”, explica.
La masificación es uno de los principales problemas de Balears. Escarrer considera que está relacionado con las plataformas de alquiler vacacional: “La masificación es, en gran parte, la causa de la turismofobia, pues la saturación de los espacios públicos, las playas y las infraestructuras como carreteras incrementan una percepción negativa hacia el turista. Para mí, este es uno de nuestros principales problemas, y no dejaré de insistir en que está muy relacionado con la proliferación de plataformas de alquiler vacacional descontroladas, que ha disparado la llegada de viajeros a nuestros destinos sin un incremento paralelo de los servicios, y sin considerar la rentabilidad social o económica de este turismo, que apenas genera empleo y riqueza”.
El mercado alemán ha experimentado un ligero retroceso durante la pasada temporada, mientras que el británico presenta importantes incógnitas. “Estamos preocupados por el impacto en 2020 de la incertidumbre generada en torno al brexit. Todos los estudios alertan de un impacto en la economía, pero no se sabe de qué gravedad. En cambio, sí hemos observado un nuevo retroceso en el mercado alemán, con varias connotaciones: clima muy benigno en Centroeuropa y economía algo más complicada, así como una mayor competencia del norte de África, ya apreciada el año pasado. En general, más que el brexit o la meteorología, el factor que más podría ‘preocuparnos' es la evolución económica, ya que una eventual desaceleración podría tener un impacto en la capacidad económica y el consumo de viajes”, significa.
Escarrer está satisfecho con la regulación aprobada del alquiler vacacional, aunque recuerda que existe mucha oferta ilegal. “No estamos en contra de la regulación aprobada. Ahora bien, solo en Airbnb hay unas 15.000 viviendas que se comercializan como turísticas. De estas, más del 90% se considera que no cumplen los criterios legalmente establecidos. Por lo tanto, pensamos que no es un tema de regulación y zonificación. Es un tema de control real y efectivo sobre lo regulado, una cuestión que nadie se plantearía sobre los establecimientos hoteleros. En conclusión, no caigamos en la trampa: el debate no debe ni puede ser la zonificación, el debate debe ser si realmente se controlan los criterios que sirvieron para esa zonificación”, señala.
El CEO de Meliá está orgulloso del convenio de hostelería, asegura que es justo distribuir la renta, pero critica el impuesto del turismo sostenible por restar competitividad a los empresarios. “Es lógico que tras una serie de años de mejorar los resultados empresariales, se adoptase un acuerdo para repercutir esas mejoras en los salarios. Estoy plenamente a favor de distribuir la renta, pero también en que por parte de las Administraciones no se pongan más obstáculos a la generación de esa renta, porque cada vez habrá menos renta para redistribuir. Me refiero a la adopción de otras medidas que se dirigen directamente contra la competitividad de las empresas, como la ecotasa y su duplicación, porque esto repercute directamente en que vengan menos turistas”, sentencia.
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