Estos datos coinciden también con los datos del Observatorio del Trabajo de les Illes Balears donde la contratación cayó también en mayo respecto a hace un año en todas las islas y en Menorca, concretamente, un 2,8%, lo que se tradujo en 200 contratos menos registrados en mayo en la hostelería y comercio. Da miedo pensar que comercio, alquiler de vehículos, agroturismos, cafeterías, bares y restaurantes, y en menor medida empresas náuticas y viviendas turísticas vacacionales, hayan facturado menos porque dibuja un panorama de temporada basado en poco más de un mes y medio bueno. Es decir, de Sant Joan al 15 de agosto.
También es verdad que hay factores que no invitan al optimismo, como la percepción de un menor poder adquisitivo de los visitantes, especialmente de los británicos, con un recorte de la duración media de las vacaciones en el destino y que viene confirmado por el resultado de la encuesta del INE sobre los cuatro primeros meses de este 2019 en Balears con una caída del gasto medio. Pero más allá de la inquietud entre la clase empresarial menorquina por la incertidumbre generada se destila también un cierto enfado por la falta de talento al frente de los órganos de promoción turística insular.
“Son buenas personas, hay buenas intenciones, pero no tienen ni idea de lo que tienen entre manos y no hay tiempo que perder”, me confesaba hace unos días un destacado empresario. “El ejemplo más claro es el último vídeo de promoción de la isla, donde nos reímos a la cara de un turista inglés que llega a Menorca. Es vergonzoso. ¿Esta es la imagen que queremos dar de nuestra isla al mundo?”.
Quizás sea pronto para aventurar un 2019 de malos resultados, pero es verdad que si soplan vientos en contra habrá que demostrar, más que nunca, que somos buenos marineros y hacer frente al temporal con maestría para apuntalar un destino que siempre ha luchado por tener una identidad propia.
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