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Se cuenta que fue la determinación de Sam Walton, en el Arkansas de los años cincuenta, por vender alimentos, cada día a un menor precio que sus competidores, lo que hizo aparecer los nuevos supermercados. Una innovación que aumenta la productividad de los empleados, reduce los períodos y lugares de almacenaje y, por supuesto, abarata los bienes más básicos. De esta forma la innovación de Walton aumentó los estándares de vida de la gente de su estado, y con el tiempo, de todo el país y del resto del mundo.

Ciertamente, al igual que el transporte en contenedores, los supermercados están entre las innovaciones menos sofisticadas pero más enriquecedoras de nuestra época.

A España llegaron a principios de los años setenta y se extendieron rápidamente por todo el país. Primero como negocios locales, para pasar después a grandes cadenas de distribución. El invento se fue sofisticando con novedades como el código de barras, las antenas antihurto o el análisis del big data. Sin embargo, su esencia ha continuado siendo la misma, sin que se hayan producido situaciones monopolísticas relevantes, normalmente atribuibles a alcaldes intervencionistas.

Es cierto que las innovaciones tecnológicas o de organización pueden destruir a la vez que crean. Así los supermercados convirtieron en inviables muchos establecimientos de barrio, como ahora la nueva organización logística de venta online los está poniendo en dificultades a ellos mismos.

Es por eso que, quizás, este sea un buen momento para rendirles un sentido homenaje. Unas instituciones privadas que se han convertido en el mayor aliado de los pobres, presionando sin parar para que los precios de los bienes más básicos fuesen lo más moderados posibles con un éxito absoluto. Durante la Gran Recesión, algunas de estas cadenas de iniciaron un proceso de racionalización y de venta a través de marcas blancas de alta calidad convirtiéndose en el gran aliado de los menos pudientes.

Muchos de los productos de supermercado tienen el mismo precio independientemente del lugar de España en que se ofrezca. Un bote de aceitunas cuesta lo mismo en el centro de Barcelona que en Maó. Una especie de REB natural que reparte los costes de insularidad entre todos los españoles sin necesidad de hacer demagogia.

La empresa líder de venta online ya ha entrado en el negocio de los supermercados, amenazando fuertemente a las principales cadenas de EEUU. Si eso está ocurriendo es porque las ventajas que ofrecen las nuevas plataformas son todavía mayores. Por lo que lo único que no debería pasar es que el Gobierno decida tomar cartas en el asunto con el pretexto de defender intereses nacionales, sociales, de seguridad u otros parecidos. Pues la experiencia en energía, vivienda, educación, etc., demuestra que cuando el Estado identifica un sector como estratégico no alcanza los mismos resultados que un supermercado.