Hoy en día el apellido 'digital' se le puede atribuir prácticamente a cada ámbito, pues desde hace ya unos años esta tecnología llegó para quedarse en la sociedad, transformando multitud de actividades de nuestro día a día. La información, el ocio, la cultura... y por supuesto como no podía ser de otra manera, también la economía.
Macroeconomía digital
Cuando hablamos de economía digital, hablamos de la nueva forma de economía que ha surgido con un tremendo potencial desde el nacimiento de internet. Entre otras características destaca por ser mucho más ligera, flexible, manejable y abstracta que la tradicional. El tablero de juego ya no es físico, sino que es una realidad virtual en donde las decisiones tomadas en una parte del mundo pueden tener repercusiones casi instantáneas en el extremo opuesto. A nivel macro se ha llevado a cabo una globalización económica sin precedentes. Se pueden gestionar empresas enteras sin límites ni fronteras físicas así como desarrollar intereses y actividades financieras con total libertad, y todo ello favorecido por unas posibilidades de comunicación excepcionales. Fenómenos como en Brexit por ejemplo, han tenido consecuencias económicas inmediatas no solamente en el Reino Unido, sino en economías estrechamente entrelazadas con la británica como la de la Unión Europea (incluyendo España), Estados Unidos, China, Australia... y eso sin que nadie tenga muy claro todavía cuales son las consecuencias específicas del Brexit y ni siquiera hasta que punto se va a llevar a cabo, pero esa es una de las incongruencias a las que nos somete la velocidad de vértigo de la sociedad contemporánea.
Este nuevo marco tiene diferentes interpretaciones. Para algunos expertos las nuevas tecnologías abren puertas y flexibilizan el mundo de los negocios con producciones eficientes y reducción de costes de transacción. Los usuarios tienen además un mayor acceso a la información siendo más conscientes de la actividad productiva y sus diferentes opciones.
Para otros, sin embargo, se ha creado un ecosistema más inestable y que puede favorecer políticas neoliberales que exponen una mayor vulnerabilidad para el ciudadano de a pie que, dicho sea de paso, en la mayoría de los casos desconoce las reglas por las que se rigen los mercados mundiales que repercuten en las economías locales. Además se crea una brecha social mayor entre aquellas entidades o personas con acceso y conocimiento de las nuevas tecnologías y aquellas que se quedan fuera de la partida.
Microeconomís y e-commerce
Uno de los aspectos más destacados de la nueva economía digital a nivel micro se manifiesta en el conocido como e-commerce o comercio online. Un producto elaborado a nivel local o incluso individual, puede encontrar comprador en todo el mundo a través de una página web. La innovación y la creatividad son fundamentales para abrirse paso en una ya saturada oferta en internet. Pero no solamente en el producto ofrecido, sino también en el diseño de la web, las estrategias de marketing o en análisis de mercado y clientes potenciales. La economía digital valora, como se ha demostrado en diferentes estudios, la innovación, la creatividad y el rediseño constante de las estrategias de venta.
Esta nueva posibilidad ha sido tremendamente útil para millones de personas en todo el mundo que han encontrado en esta vertiente una salida profesional flexible y de enorme rédito. Los compradores también se muestran muy satisfechos con el nuevo modelo, la prueba de ello es que el número de clientes no dejan de crecer y crecer.
Para todos aquellos que deseen lanzarse a la aventura, es importante ser conscientes de la competencia que hay en internet prácticamente en cada sector. Y que para poder estar a la altura de las exigencias, la formación, la constancia y los aspectos tecnológicos fundamentales de nuestra web (como la velocidad y el rendimiento) son fundamentales para abrirse paso a codazos en el mundo del microcomercio global.
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