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Cultura vinculada con arqueología y patrimonio, naturaleza y sobre todo gastronomía han sido los reclamos de Menorca en Fitur este año. Reivindicación más que justificada de la patente de la mahonesa, queso, azafrán sublime como el que cultiva Omar Zolá en es Mercadal (tuve la ocasión de dedicarle un reportaje), alcaparras genuinas y sabrosas como las que se recogen en la parte de levante de nuestra isla, y miel como otro exponente de la revolución culinaria que se está consiguiendo a través del fantástico relato de Fra Roger. Un 37,2% de los turistas ya nos llega fuera de temporada, una cifra que ha crecido un punto porcentual en solo un año como afirmaba la presidenta del Consell, Maite Salord, antes de desplazarse a Madrid. Por fin alguien con sentido común ha descolgado definitivamente Macarella y Macarelleta de la cartelería de cada año y ha subido elementos que nos posicionan más allá del verano. El objetivo que se plantean desde el Consell Insular está en una relación óptima del 55%-45% de visitas en temporada alta y baja, aunque este deseo todavía queda lejos. No es mérito exclusivo de este gobierno porque el cambio de tercio se empezó a plantear en la legislatura anterior tratando de explicar que podía haber más de una Menorca. Sin duda cuando en política se trabaja con planes que van más allá de los cuatro años y fuera del rédito electoral inmediato, las cosas toman consistencia.

Últimamente nos regocijamos en el discurso del kilómetro cero como estandarte de todo lo que producimos. Nos llena de orgullo y satisfacción saber que algo está hecho a escasos metros de casa, aunque esta prédica traiga en sí misma una contradicción enorme porque el objetivo que se pretende es enviar estos productos a miles de kilómetros para que se vendan, con lo que seguramente se toparán con otros apóstoles de cercanías que también querrán reivindicar lo suyo. Como me explicaba la semana pasada la gerente de Coinga Margarita Tudurí mientras hablábamos sobre la historia de esta cooperativa ganadera, una botella de leche de esta marca habrá recorrido como máximo 32 kilómetros, que es la máxima distancia de la finca más alejada de su envasadora de Alaior. Cualquier otra leche del mercado, por aprecio que le tengamos, como mínimo habrá hecho las millas marítimas entre la Península y Menorca. A partir de aquí, el objetivo es que puedan venir cuantos más turistas posibles a probar todo lo que produce aquí. Con este mensaje hemos ido a Fitur esta semana. ¿Están todos los menorquines de acuerdo?