Fátima Bañez, la ministra de Empleo, destacaba la buena cifra y señalaba que incluso en Balears había más empleo que antes de la crisis (un 0,2% superior).
Eivissa (+16,9%) y Formentera (+17,9%) -Menorca y Mallorca también presentaban datos excelentes- lideraban la creación de empleo en España, un país que desde el comienzo de la crisis, con 19 millones de afiliados, se dejaba tres millones de empleos en sus momentos más duros (principios de 2013).
Las afiliaciones están todavía lejos, no alcanzan los dieciocho millones de empleos (17,7 millones), y la calidad del empleo -y los salarios- no son los precrisis. Una menor tasa de empleo, una menores cotizaciones… es un círculo vicioso que pone en jaque la caja de las pensiones vía menores cotizaciones sociales. Esto, sobre todo en el resto de España, lleva a muchos a despreciar un modelo de crecimiento económico basado en el sector servicios: "Un país de camareros" dicen.
Pero esos "nuevos camareros" -dicho con desdén por algunos- no son más que los empleos que están dando una oportunidad a mucho exalbañil, mucho joven sin otra cualificación conocida y a mucho recién licenciado.
Me avergüenzo del que desprecia un puesto de trabajo, ese al que incluso se permiten el lujo de llamarlo "contrato basura", cuando el mayor contrato basura -no lo olvides- es… el que no se firma.
Siempre que conozco los datos del desempleo de nuestras islas en verano (más si cabe en las Pitiüses), que es de más de 45.500 personas apuntadas al SOIB en julio, no puedo dejar de preguntarme ¿cómo unas islas como Balears, que atraen trabajadores de medio mundo, no pueden tener trabajo para estas casi cincuenta mil personas? Es que son cuatro veces la población de Formentera. ¿Te imaginas la población de una isla como la de Formentera? (Todo hombre, mujer, niño y anciano)... Pues cuatro islas iguales.
Y es que estas son cosas que -también- me hacen pensar...
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