Lo mejor para proteger los dispositivos portátiles es llevarlos resguardados dentro del bolsillo o de una mochila o funda para evitar la exposición directa a las bajas temperaturas. Ya en un espacio interior donde los vayamos a utilizar, conviene esperar unos minutos para que se atemperen de forma natural.
También hay que evitar los cambios bruscos de temperatura, por ejemplo, pasar del frío del exterior a un interior donde la calefacción esté muy alta. Esto puede crear condensación en los componentes electrónicos del interior del dispositivo, mojando algunas de sus partes y pudiendo crear sulfatación y corrosión, lo que dejaría inservible el dispositivo, como advierten los expertos de PcComponentes.
En el caso concreto del 'smartphone', al tratarse del dispositivo que más usamos en el exterior, lo mejor sería calentarlo un momento con las manos antes de desbloquearlo. De lo contrario, podemos experimentar caídas inusualmente rápidas en el funcionamiento o en el nivel de batería.
Aunque este inconveniente se soluciona regresando a un espacio interior o cargando de nuevo el dispositivo, una exposición prolongada de la batería al frío puede provocar un daño permanente en forma de caída del voltaje, que obligará al usuario a reemplazarla en algunos casos.
Por otra parte, los ordenadores portátiles cuentan con elementos sensibles a temperaturas muy bajas como las baterías, el disco duro o la placa base. Dependiendo de los materiales, también podemos notar que la apertura y cierre de la tapa están más duros de lo habitual. Por eso, desde PcComponentes subrayan que no es aconsejable usar estos dispositivos en la calle.
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