En 2018, Carmen Álvarez Rodríguez (A Coruña, 2001) fue capaz, con la ayuda de sus padres, Ana y Manuel, de crear su propia marca de bisutería: Carmelamola. Una firma que une su nombre con lo que todo el mundo le dice sobre tu trabajo: "Carmela, como mola".
La tienda web empezó con fuerza y con éxito, hasta el punto de que Carmela -como le gusta que la llamen- se dio de alta como autónoma a los 18 años y cotiza desde entonces. En este tiempo no ha dejado de cosechar triunfos e incluso ha logrado su reconocimiento y el de su taller en la red Artesanía de Galicia.
Y hace unos meses surgió una nueva ocasión: la oportunidad de cumplir "un sueño", que era poder abrir una tienda física con sus productos y su trabajo. "Estoy muy contenta", resume Carmela, que trabaja junto a sus padres en la puesta a punto del nuevo local, en el mítico mercado coruñés de San Agustín, donde abrirá el 12 de diciembre.
Las personas con síndrome de Down deben desarrollar su psicomotricidad fina y ahí empezó su pasión: entre sus ejercicios para esta tarea, ayudada con una lupa, desde niña confeccionaba piezas de bisutería, como pendientes, collares y pulseras.
Lo hace en su casa, donde trabaja con música -"me gusta el reguetón", confiesa- y también con magacines de radio, por lo que en este momento le falta ese contacto con el público, que tendrá en su nueva tienda. "Esto es lo que le gusta. Surgió esta oportunidad porque quedó vacío el último local del mercado y conseguimos que se lo concediesen. Carmela va a estar aquí todas las mañanas", explica su madre, Ana Rodríguez.
El objetivo es que la tienda, en la que también tendrá un taller, "funcione de maravilla" y valorar si más adelante es posible incorporar otra persona al trabajo diario. "Es la primera persona en España con síndrome de Down que abre su propia tienda", revela su madre, que apunta a que en Down España no tienen más casos similares documentados en Europa y saben de otros dos en América.
Manuel, su padre, detalla que en la familia siempre quisieron "que Carmen tuviese un sitio a donde ir" porque ella misma decía: "tengo que trabajar como todo el mundo". "El día de la entrega de las llaves fue la bomba, las tiene guardadas como oro en paño", narra sobre el momento en que consiguió un local "cómodo para ella, asequible de tamaño y en un sitio protegido y cómodo".
Carmela, como "una hormiguita", evoluciona "muy poco a poco" dentro de un éxito contenido, que ha llegado incluso al mercado semanal que organiza Inditex para su personal: "Lo vamos frenando porque nos da miedo", agrega. Cada día es más conocida -además de la web, tiene puntos de venta y asiste a distintos mercados- y ya tiene una clientela fija: "Esto va a durar hasta que ella quiera, mientras le guste, seguirá", añade.
Por eso, tras romper la barrera del autoempleo, como autónoma, ahora quiebra otra frontera, que es la de regentar una tienda, con todo a su nombre. "Ojalá que la tienda funcione para que ella contrate a más gente", concluye su padre.
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