TW
0

En el imaginario colectivo, cuando se habla de pirámides, casi siempre se evocan las majestuosas estructuras de Egipto, particularmente las icónicas pirámides de Guiza. También viene a la mente México, hogar de la gran Chichén Itzá y la famosa pirámide de Cholula.

Sin embargo, existe un país que supera a todos en la cantidad de pirámides, y no es Egipto ni México. La respuesta sorprendente es Sudán, un país africano que alberga la mayor concentración de estas construcciones milenarias.

Sudán, el país con más pirámides del mundo

Ubicado al sur de Egipto, Sudán se erige como el país con más pirámides en el mundo, desafiando la percepción convencional. A lo largo de su territorio, surcado por las aguas del río Nilo, se alzan aproximadamente 255 pirámides de diversos tamaños, erigidas entre los años 1070 y 350 a.C.

A diferencia de sus vecinas egipcias, las imponentes pirámides de Guiza, donde la más baja tiene alrededor de 65 metros de altura, las pirámides sudanesas se destacan por su esbeltez y menor altura, oscilan entre 6 y 30 metros de altas.

La historia detrás de estas pirámides se remonta al Reino de Kush, en la ancestral Nubia, donde los nubios erigieron estas estructuras como tumbas y lugares ceremoniales. Y según los expertos, el tamaño de la pirámide dependía de los años de reinado del monarca.

En total, las pirámides de Sudán se distribuyen en tres yacimientos arqueológicos principales: El Kurru, Jebel Barkal y Meroe, este último reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Dónde están las pirámides

La mayoría de las pirámides se encuentra en Meroe, la última capital del Reino de Kush en lo que fue Nubia, por eso también se les conoce como las "pirámides nubias", y como ocurre con las egipcias, estas también albergan cámaras funerarias debajo de ellas.

Estas estructuras son un tesoro para la historia y la humanidad ya que en su interior tienen ilustraciones e inscripciones que relatan las vivencias de los reyes de Meroe, que además fue una de las ciudades más prósperas del Nilo, pero desafortunadamente no se conservan en sus mejores condiciones.

Las pirámides de Sudán han sufrido el embate del tiempo y actos de saqueo tan históricos como infames, como el perpetrado por el explorador italiano Giuseppe Ferlini en la década de 1880, que las saqueó y casi las arrasó en busca del tesoro de Kushite.

Otro adversario es el clima, las condiciones meteorológicas del desierto, que se ha convertido en un problema para la conservación de las pirámides en general.

Tormentas de arena, un problema para la conservación de las pirámides

La preservación de estas estructuras enfrenta desafíos considerables, especialmente las tormentas de arena, que amenazan su conservación íntegra. Según National Geographic, estas tormentas se han agravado por el cambio climático.

En concreto, y según la revista citada, el cambio climático ha hecho que la tierra sea más árida y que las tormentas aumenten su frecuencia al punto de sumergir áreas rurales bajo arena, lo cual afecta la conservación de las pirámides.

En un esfuerzo por contrarrestar este impacto, gobiernos y organizaciones culturales han propuesto proyectos de reforestación en la región que buscan introducir vegetación capaz de resistir estas condiciones climáticas tan adversas.

Sin embargo, la solución que proponen es ambiciosa, ya que implica la reforestación de más de 100 millones de hectáreas en el Sahara y requiere una inversión significativa, además de un sólido compromiso de muchos años.

Lo importante es que ya se están implementando soluciones para conservar estas pirámides. Y bien valdría la pena, ya que viajar a Sudán, el tercer país más extenso de África y con más pirámides del mundo, es como viajar al pasado, a la época de la dinastía de los faraones.