«Normalmente pensamos que nuestro sentido del oído se refiere a los sonidos. Pero el silencio, sea lo que sea, no es un sonido, es la ausencia de sonido -apunta Rui Zhe Goh, autor principal y estudiante de postgrado de filosofía y psicología en la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos)-. Sorprendentemente, lo que nuestro trabajo sugiere es que la nada también es algo que se puede oír».
El equipo adaptó ilusiones auditivas muy conocidas para crear versiones en las que los sonidos de las ilusiones originales se sustituían por momentos de silencio. Por ejemplo, una ilusión hacía que un sonido pareciera mucho más largo de lo que realmente era. En la nueva ilusión basada en el silencio, un momento de silencio equivalente también parecía más largo de lo que realmente era.
Según los investigadores, el hecho de que estas ilusiones basadas en el silencio produjeran exactamente los mismos resultados que sus homólogas basadas en el sonido sugiere que las personas oyen el silencio igual que oyen los sonidos. «Los filósofos llevan mucho tiempo debatiendo si el silencio es algo que podamos percibir literalmente, pero hasta ahora no se había realizado ningún estudio científico que abordara directamente esta cuestión», afirma Chaz Firestone, profesor adjunto de Ciencias Psicológicas y del Cerebro que dirige el Laboratorio de Percepción y Mente de la Universidad Johns Hopkins.
«Nuestro planteamiento consistió en preguntarnos si nuestro cerebro trata los silencios como trata los sonidos -prosigue-. Si con los silencios se obtienen las mismas ilusiones que con los sonidos, entonces eso podría ser una prueba de que, después de todo, oímos literalmente el silencio». Al igual que las ilusiones ópticas, que engañan a la vista, las ilusiones auditivas pueden hacer que las personas oigan periodos de tiempo más largos o más cortos de lo que realmente son. Un ejemplo es la ilusión de «uno es más», en la que un pitido largo parece más largo que dos cortos consecutivos, aunque las dos secuencias sean igual de largas.
En pruebas con 1.000 participantes, el equipo sustituyó los sonidos de la ilusión «uno es más» por momentos de silencio, transformando la ilusión auditiva en lo que denominaron la ilusión «un silencio es más». Los resultados fueron los mismos: La gente pensaba que un momento largo de silencio era más largo que dos momentos cortos de silencio. Otras ilusiones de silencio dieron los mismos resultados que las ilusiones sonoras.
Se pidió a los participantes que escucharan paisajes sonoros que simulaban el bullicio de restaurantes, mercados y estaciones de tren con mucho movimiento. A continuación, escucharon los periodos de esas pistas de audio en los que todo el sonido se detenía bruscamente, creando breves silencios. Según los investigadores, la idea no era simplemente que estos silencios hicieran que las personas experimentaran ilusiones. Se trataba de que las mismas ilusiones que los científicos pensaban que sólo podían provocarse con sonidos funcionaban igual de bien cuando los sonidos se sustituían por silencios.
«Hay al menos una cosa que oímos que no es un sonido, y es el silencio que se produce cuando desaparecen los sonidos -indica Ian Phillips, coautor del estudio y Profesor Distinguido Bloomberg de Filosofía y Ciencias Psicológicas y del Cerebro-. Los tipos de ilusiones y efectos que parecen exclusivos del procesamiento auditivo de un sonido, también los obtenemos con los silencios, lo que sugiere que realmente también oímos ausencias de sonido».
Los hallazgos establecen una nueva forma de estudiar la percepción de la ausencia, afirma el equipo.
Los investigadores tienen previsto seguir estudiando hasta qué punto las personas oímos el silencio, e incluso si oímos los silencios que no van precedidos de sonido. También tienen previsto investigar las desapariciones visuales y otros ejemplos de cosas que la gente puede percibir como ausentes.
2 comentarios
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Me encanta el silencio... es lo que me gusta más escuchar... después el mar, el viento y la lluvia...
Claro que oímos el silencio! Así como vemos la nada. Se percibe de igual forma. Solo que sin “contenido”.