«Mi carrera ha sido el gozo del crío que ha visto cumplido su propósito, el de hacer creer a la gente que era el estudiante, el pregonero, el recluta, el emigrante, el abogado, el médico… y que la gente se lo creyera. Y la suerte de que en todo este recorrido mis mejores amigos y la gente más querida para mi, al margen de mi familia, está en la profesión. ¡Qué más puedo pedir!», ha señalado el actor al conocer la noticia. Recibirá el Goya de Honor el próximo 12 de febrero en Valencia, donde se celebrará la gala de la 36 edición de los premios, «por ser el rostro y la voz del cine español de las últimas seis décadas» y «por haber sabido adelantar desde el reflejo que nos ha devuelto en la pantalla algunos de los grandes cambios que hemos vivido en nuestro cine y en nuestra sociedad».
Sacristán, que fue uno de los fundadores de la Academia de Cine hace 36 años, ha asegurado que lo primero que pensó cuando le comunicaron el premio, fue «en la reunión que en 1985 nos propuso el señor Matas (el productor Alfredo Matas) y lo que salió de allí y todo lo que hubo que trabajar después. Recordé los comienzos, mis tiempos de vicepresidente, la lucha… Me siento muy orgulloso del punto en el que está ahora la Academia». El protagonista de títulos míticos de la historia del cine español como «La colmena» (1982) o «La vaquilla» (1985) se ha mostrado «muy emocionado» por el Goya de Honor.
«La cosecha está siendo buena. Van pasando los años y me pone muy contento porque algo informa de que el camino no estaba tan equivocado», ha destacado el actor, que asegura que ya tiene «más o menos» previsto el discurso que pronunciará en Valencia. «Echaré una ojeada al sitio y a la gente de donde vengo», ha apuntado Sacristán, que recibirá el Goya en una edición que se celebrará en Valencia como cierre del Año Berlanga, uno de los directores clave en su carrera. A sus 84 años el actor se mantiene muy activo en cine, teatro y televisión. Entre sus trabajos más recientes figuran series como «Alta mar» o «Velvet» y películas con directores como Carlos Vermut, Isaki Lacuesta o Javier Rebollo. Y en teatro, ha estado desde 2018 con «Señora de rojo sobre fondo gris» de Delibes, y ahora prepara «El hijo de la cómica», un homenaje a su gran amigo Fernando Fernán Gómez.
En sus comienzos, simultaneó su oficio de mecánico en un taller con la escena, en la que debutó gracias al director José Luis Alonso como meritorio en el madrileño Teatro Infanta Isabel. En 1960 se sumó a la compañía Teatro Popular Español, en el cine aterrizó con la popular «La familia y uno más» (1965), de Fernando Palacios y en la década de los setenta participó en algunas de las comedias más representativas de la época ("El arte de casarse», «Sor Citroen» o «Cómo está el servicio», entre otras). A la vez que se reveló como un excelente actor dramático con títulos rompedores como «Un hombre llamado Flor de Otoño» (1978), de Pedro Olea; «El diputado» (1978), de Eloy de la Iglesia, y la película más representativa de las contradicciones, frustraciones y deseos del español medio de entonces, «Asignatura pendiente» (1977), de José Luis Garci.
Ha trabajado con la gran mayoría de los grandes cineastas españoles: Luis García Berlanga ("La vaquilla», 1985, «Todos a la cárcel», 1993), Mario Camus ("La colmena», 1982) o Pilar Miró ("El pájaro de la felicidad», 1993) a Javier Rebollo ("El muerto y ser feliz», 2012), Carlos Vermut ("Magical Girl», 2014) o Kike Maíllo ("Toro», 2016). Desarrolló una parte de su carrera profesional en Argentina, donde se hizo popular en 1978 con «Solos en la madrugada». Y rodó con Adolfo Aristarain dos de sus películas más aclamadas: «Un lugar en el mundo» (1992) y «Martin (Hache)» (1997). Además de su carrera como actor, ha dirigido «Soldados de plomo» (1983), «Cara de acelga» (1987), donde también fue el responsable del guion junto a Carlos Pérez Merinero y «Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?» (1992), adaptación de la obra de teatro de Adolfo Marsillach que también había protagonizado.
A lo largo de su carrera ha recibido numerosos premios, entre los que destacan dos Conchas de Plata del Festival de San Sebastián, un Goya (por «El muerto y se feliz», 2012) y el Feroz de Honor, además del Premio Nacional de Cinematografía, que recibió el pasado septiembre en el marco del Festival de San Sebastián. «Sería un miserable si me quejase porque nunca me ha faltado trabajo. En ocasiones, lo que ganaba no era suficiente para cubrir mis obligaciones, pero ese era mi problema. Me lo he currado, pero hay un factor suerte que me ha acompañado. Reconozco y agradezco el privilegio, no se me escapa», ha afirmado el actor.
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