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Sin duda, uno de los problemas más frecuentes durante los meses de verano es el conocido como oído del nadador, esto es, una infección que ocurre en el conducto auditivo externo como consecuencia del agua que queda retenido después de nadar en la playa o en la piscina.

De hecho, los oídos suelen llenarse de agua durante el baño y si no se saca de forma correcta puede dar lugar a una irritación, inflamación o a este tipo de infecciones que suceden por la creación de "un ambiente húmedo propicio para el crecimiento de bacterias", explican los especialistas de Mayo Clinic.

Generalmente es sencillo sacar el agua con trucos rápidos, pero si no es así y se produce un tapón es recomendable acudir al médico lo más pronto posible para evitar que se genere una infección.

Así, una de las formas tradicionales de sacar el líquido del oído es colocar la cabeza hacia un lado y presionar con la palma de la mano hacia dentro y hacia fuera para que se produzca un efecto de vacío que expulse el agua mediante el movimiento en el lóbulo de la oreja.

Otro sencillo truco consiste en inclinar la cabeza hacia el lado del oído afectado y de pie dar saltos para tratar de drenar el agua y que salga el líquido. Pero, sin duda, lo más importante tras un baño es secar el oído con una toalla o con un paño limpio para evitar que entre el agua en el conducto auditivo.

Asimismo, otra alternativa es utilizar un secador para el cabello a una temperatura media. No obstante, los expertos aconsejan no introducir en ningún caso un instrumento, como un bastoncillo, dentro del canal auditivo para tratar de sacar el agua.

Bostezar o acostarte de lado sobre el oído afectado son otros dos remedios caseros que se utilizan para el drenaje y para facilitar la salida del líquido, así como masticar un chicle, para aliviar la tensión producida en las trompas de Eustaquio.