Interior noche. Cena en casa con amigos. Suena el timbre y empiezan a llegar los invitados. Nuestro gato se acerca al grupo incapaz de contener su curiosidad ante esos extraños, uno de ellos intenta acariciarle y a continuación se produce un bufido, un arañazo, un mordisco o, en el peor de los casos, el lote completo...
A más de uno le resultará familiar esta escena y es que toparse con un gato arisco con los desconocidos es mucho más habitual de lo que parece. Pero, ¿a qué se debe esta actitud? Los expertos en etología explican que este comportamiento se origina, en la gran mayoría de los casos, por lo que se denomina ‘intolerancia al contacto'.
Y es que, según la mascota, este grado de tolerancia al contacto físico puede variar muchísimo, pasando por gatos que se dejan tocar y coger en brazos sin oponer ninguna resistencia y por tiempo ilimitado, aquellos a los que les gusta el contacto en su justa medida y cuando tienen suficiente deciden irse de forma pacífica, los que de entrada omiten cualquier contacto y sencillamente optan por resguardarse en un lugar tranquilo y los que aún dejándose tocar de entrada acaban por responder de una forma agresiva cuando creen tener suficiente.
Y ahora la pregunta del millón: ¿cómo debemos gestionarlo cuando se producen situaciones idénticas o parecidas a la arriba mencionada? Pues se trata de seguir ciertas estrategias con el gato que, a la vez, necesitan de la implicación de todas las personas que se encuentren en el domicilio.
Principalmente hay que abordarlo con paciencia. De nada sirve chillar al gato en ese momento o responder al comportamiento agresivo del felino con otro comportamiento agresivo del humano hacia él.
Por otro lado, trabajemos en la prevención de nuevos ataques. El gato emite señales de aviso antes de las agresiones, así que para evitarlas conviene ser capaz de reconocerlas y, a la vez, transmitir esta valiosísima información a las personas que nos visitan. Puede que a nuestro gato le apetezca sentarse junto a nosotros pero esto no quiere decir que esté dispuesto a recibir todo tipo de caricias y mimos.
Mover de forma rápida la cola, lamerse de forma compulsiva (lo hace para autoapaciguarse), las pupilas dilatadas o mover las orejas hacia atrás son señale claras de que nos está pidiendo un ‘stop' para no atacarnos. Esto no quiere decir que el gato no disfrute de nuestra compañía ni de estar en nuestro regazo pero sí de que no quiere contacto físico continuado. Anticiparse es la clave.
Si quieren interactuar con el gato, las personas que nos visitan pueden suplir las caricias por juegos con cañas de pescar, punteros láser, cajas... Por supuesto, evitar cualquier juego con las manos.
Otros consejos muy recomendables para nuestros invitados:
- Con gatos especialmente desconfiados o cautelosos, intentar ignorarlo inicialmente y evitar el contacto visual. Es mejor esperar a que él dé el primer paso.
- No estirar la mano para tocarlo y mucho menos intentemos cogerlo en brazos. Si el gato siente curiosidad y se acerca, extendamos primero la mano lentamente, sin tocarlo y dejar que nos huela.
- Darle espacio al gato y dejar que sea él el que decida interactuar y establecer el espacio entre ambos. Si se frota contra alguien, es señal de que podría estar listo para algunas caricias suaves.
- Algunos gatos están más dispuestos a permitir que los extraños se les acerquen cuando no están en el suelo, por ejemplo, posados sobre el sillón o un árbol para gatos.
- Evitar siempre coger al gato en brazos y acercarlo a las personas ya que esto agrava su miedo y sus reacciones agresivas.
– Si el gato está muy nervioso, es preferible que se refugie en una habitación tranquila hasta que las visitas se marchen.
– Si una agresión es inminente, se puede utilizar un spray con agua sobre el gato y, sin gritar ni pegarle, se le apartará.
– También se pueden probar los difusores de feromonas durante las visitas hasta que la situación se normalice.
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