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El tamaño del cerebro en relación con el del cuerpo -considerado durante mucho tiempo un indicador de inteligencia animal- no ha seguido una escala evolutiva estable, por lo que no podría considerarse como un elemento a considerar para evaluar la capacidad cognitiva.

Además, el tamaño cerebral relativo de los mamíferos se agrandó después de un episodio de extinción masiva de especies hace 66 millones de años y de una transición climática de hace entre 23 y 33 millones de años.

Estas conclusiones aparecen en un estudio, publicado en la revista Science Advances, que ha sido elaborado por 22 científicos, entre biólogos, estadísticos evolutivos y antropólogos, pertenecientes a instituciones de Alemania, Australia, Austria, Canadá, Estados Unidos, Madagascar, Reino Unido o Sudáfrica.

Investigadores de la Universidad Stony Brook (Estados Unidos) y del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal (Alemania) han elaborado una cronología de cómo evolucionaron los tamaños del cerebro y del cuerpo en los últimos 150 millones de años.

Los científicos compararon la masa cerebral de 1.400 mamíferos vivos o extintos. Para los 107 fósiles examinados -entre ellos, ballenas antiguas y el cráneo de mono más antiguo del Viejo Mundo jamás encontrado- utilizaron datos de volumen endocraneal de cráneos en lugar de datos de masa cerebral.

Las mediciones cerebrales fueron analizadas junto con el tamaño de los cuerpos para comparar la escala del tamaño cerebral con el corporal durante el tiempo evolutivo profundo.

Uno de los hallazgos es que el tamaño del cerebro en relación con el del cuerpo no ha seguido una escala estable a lo largo del tiempo. Así, humanos, delfines y elefantes de 'cerebro grande' alcanzaron sus proporciones de diferentes maneras.

Los elefantes han aumentado en el tamaño corporal, pero, sorprendentemente, más en el cerebral. Los delfines generalmente han ido menguando de cuerpo mientras incrementaban el tamaño del cerebro. Grandes simios muestran una amplia variedad de tamaños corporales, con una tendencia general hacia los aumentos cerebrales y corporales. Y los homínidos ancestrales reflejan una disminución relativa en sus cuerpos y un aumento en sus cerebros en comparación con los grandes simios.

Según los autores del nuevo estudio, esos patrones complejos obligan a una reevaluación del paradigma profundamente arraigado de que comparar el tamaño del cerebro con el del cuerpo ofrece una medida de la inteligencia de cada especie.

"A primera vista, la importancia de tener en cuenta la trayectoria evolutiva del tamaño corporal puede parecer poco importante", dice Jeroen Smaers, biólogo evolutivo de la Universidad Stony brook y primer autor del estudio.

"Muchos de los mamíferos de cerebro grande, como elefantes, delfines y grandes simios también tienen un cerebro de tamaño alto respecto al cuerpo. Pero éste no siempre es el caso. El león marino de California, por ejemplo, tiene un bajo tamaño cerebral relativo, lo que contrasta con su notable inteligencia", apunta Jeroen Smaers, biólogo evolutivo de la Universidad Stony Brook y primer autor del estudio.

Al tener en cuenta la historia evolutiva, el estudio revela que el león marino de California alcanzó un bajo tamaño relativo del cerebro respecto al cuerpo debido a las fuertes presiones selectivas sobre el tamaño corporal, probablemente porque los carnívoros acuáticos se diversificaron en un nicho semiacuático.

"Hemos anulado un dogma de larga duración porque el tamaño relativo del cerebro puede ser equívoco con la inteligencia", indica Kamran Safi, científico del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal y autor principal del estudio.

Safi añade al respecto: "A veces, cerebros relativamente grandes pueden ser el resultado final de una disminución gradual en el tamaño del cuerpo para adaptarse a un nuevo hábitat o forma de moverse, es decir, nada que ver con la inteligencia en absoluto”.

Además, el estudio muestra que la mayoría de los cambios en el tamaño del cerebro ocurrieron después de dos episodios cataclísmicos en la historia de la Tierra: una extinción masiva hace 66 millones de años y una transición climática hace 23 entre 33 millones de años.

Después del evento de extinción masiva al final del período Cretácico, los investigadores notaron un cambio dramático en la escala cerebro-cuerpo en linajes como roedores, murciélagos y carnívoros mientras empezaban a ocupar los nichos vacíos dejados por los dinosaurios extintos.

Aproximadamente 30 millones de años después, un clima de enfriamiento en el Paleógeno Tardío condujo a cambios más profundos, con focas, osos, ballenas y primates sometidos a cambios evolutivos en su tamaño cerebral y corporal.

"Una gran sorpresa fue que gran parte de la variación en el tamaño relativo del cerebro de los mamíferos que viven hoy en día puede explicarse por los cambios que sus linajes ancestrales sufrieron después de estos eventos cataclísmicos", recalca Smaers.

Esto incluye la evolución de cerebros más grandes de mamíferos como delfines, elefantes y grandes simios, que evolucionaron sus proporciones extremas después del enfriamiento climático de hace entre 23 y 33 millones de años.