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El príncipe Felipe, duque de Edimburgo, ha fallecido este viernes a los 99 años, tal y como ha informado el Palacio de Buckingham en un sentido comunicado. El esposo de la reina Isabel II era conocido, entre otras cosas, por su mal carácter y las polémicas que le han acompañado desde hace más de 70 años. La primera, la de renunciar a su nacionalidad griega, sus títulos y su religión en el año 1947.

Desde su compromiso tuvo que lidiar con la frialdad con la que le trataba una parte de la corte, la prensa y la sociedad en general. En 1958, después de que la monarca británica ascendiera al trono, Felipe se convirtió en el primer caballero en la precedencia del Reino Unido. Fueron muchos los que no lo vieron bien, aunque algunas de las críticas recibidas también se debieron a su forma de ser.

Así lo ha ido informando la prensa británica desde hace décadas. De hecho, más allá de la supuesta mala relación que mantenía con Sarah Ferguson, exmujer del príncipe Andrés, los tabloides se hicieron eco de su rechazo hacia otros rostros de la familia real, como Meghan Markle o Diana de Gales. De hecho, cuando esta última falleció en París, en 1997, Mohamed Al-Fayed, padre del novio de Lady Di, acusó al duque de haber planeado el trágico accidente en el que la pareja murió.

El príncipe Felipe también fue tachado de racista en la década de los 80. "Como os quedéis aquí mucho tiempo aquí se os van a quedar los ojos rasgados", les dijo, por aquel entonces, a unos estudiantes británicos que deseaban estudiar en China. Otro comentario ofensivo fue el que hizo hacia los húngaros, a los que llamó "gordinflones"; o el que pronunció al ver una caja de fusibles chispeante durante su visita a una fábrica: "Parece que la ha montado un indio".

Por otro lado, el consorte de la reina de Inglaterra sufrió un grave accidente de coche en 2019. El vehículo que conducía volcó tras colisionar con otro coche donde viajaban dos mujeres y un bebé. El príncipe, que salió ileso, volvió a ser muy criticado por tardar demasiado tiempo en contactar con las ocupantes del otro vehículo y por continuar circulando, días después, sin cinturón de seguridad.

El duque pidió perdón por su implicación en el accidente y renunció de forma voluntaria a su carnet de conducir. Eso sí, el Servicio de Enjuiciamientos de la Corona mantuvo el permiso de conducción en terrenos exclusivos de la Casa Real británica. Unos meses antes había sufrido una fractura de costilla que le impidió disfrutar plenamente de la boda del príncipe Enrique y Meghan Markle. A los 96 años su salud comenzaba a tambalearse, pero siempre salía victorioso.

La relación distante que el duque de Edimburgo mantenía con su hijo, Carlos de Gales, también ha sido comentada en numerosas ocasiones entre la prensa británica. Se dice que Ana era su hija favorita, algo que a su hermano no le sentaba nada bien, aunque no habló mucho de ello. En una entrevista, cuando tenía 20 años, le preguntaron si su padre había sido duro con él haciéndole comentarios como 'siéntate y cállate'. Él fue rotundo: "Sí, todo el tiempo".

Asimismo, los rumores sobre el empeoramiento de salud del príncipe Felipe se confirmaron en marzo, cuando fue ingresado por una infección y tuvo que ser operado del corazón. Durante los 28 días que estuvo en el hospital, recibió la visita del heredero al trono de Inglaterra, con quien mantuvo una charla que dio mucho que hablar y que intentó explicar el periodista Dickie Arbiter.

Según Arbiter, es muy probable que el príncipe Felipe estuviera preocupado con el futuro de la institución monárquica y quisiera discutir con su hijo algunas cuestiones principales. "Existe la posibilidad de que se muera y creo que tan solo deseaba decirle a Carlos: 'Algún día serás el protagonista de la familia'", dijo Arbiter sobre la conversación, tras la que salió Carlos con los ojos vidriosos.