Imagen del interior de un aula.

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Los científicos tienen claro cómo ventilar las aulas para reducir el riesgo de contagio por COVID-19 y, aunque hay muchas diferencias según el volumen del aula, el número de niños y su edad, aconsejan ventilar una media de cinco o seis veces cada hora.

Abrir las ventanas unas cinco veces en una clase de cien metros cuadrados, con 25 estudiantes de entre 5-8 años, por ejemplo, permite renovar 14 litros de aire por persona y segundo.

Ésta y otras pautas aparecen en una guía publicada este miércoles por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y técnicos de la Asociación Mesura que incluye consejos para evitar la propagación del virus en las escuelas y que da herramientas para determinar si las condiciones de ventilación son las adecuadas.

Elaborada por María Cruz Minguillón y Xavier Querol, ambos del IDAEA-CSIC, junto a José Manuel Felisi y Tomás Garrido, de la Asociación Mesura, la guía explica que ventilar permite sustituir el aire interior «potencialmente contaminado», con aire limpio del exterior, y que al purificar se eliminan las partículas en suspensión, que pueden contener el virus.

Las partículas o aerosoles son exhalados por los niños al hablar, toser, reír o gritar, permanecen suspendidas en el aire y su acumulación puede provocar contagios.
La acumulación de partículas se puede reducir de varias maneras: reduciendo la cantidad de niños en clase, permaneciendo en silencio o hablando bajo (elevar la voz o gritar eleva la emisión de partículas 300 veces) y usar mascarilla (bien ajustada), según los científicos.

Además, la exposición al virus se puede reducir también con el uso de mascarillas, rebajando el tiempo en clase, manteniendo la distancia interpersonal, y ventilando y purificando el aire para eliminar la concentración de virus en el aire.

Los expertos insisten en que las actividades al aire libre son siempre las más seguras pero, en caso de tengan que realizarse en el interior de una clase, aconsejan mantener una ventilación cruzada, con puertas y ventanas abiertas simultáneamente en lados opuestos.
Además, proponen usar equipos extractores o impulsores individuales si la ventilación natural no es suficiente.

En caso de disponer de sistemas centralizados de ventilación, la tasa de aire exterior se debe incrementar y la recirculación se debe reducir, y si no se puede recurrir a ninguna medida de ventilación, hay que purificar el aire con equipos provistos de filtros HEPA, puntualizan.

La solución puede ser una combinación de opciones, por ejemplo, se puede combinar ventilación natural y purificación.

Para evaluar si una configuración dada es suficient,e la guía describe dos métodos basados en medidas de dióxido de carbono (CO2) que tienen como finalidad determinar cuantitativamente la ventilación de una clase.

Y aunque la guía se refiere al aula, sus recomendaciones son válidas para todo tipo de espacios interiores como oficinas y otros espacios de uso público.

Además, los científicos subrayan que, en ningún caso, estas recomendaciones sustituyen al uso de las mascarillas, el mantenimiento de la distancia y de las medidas de higiene, que siguen siendo las principales herramientas para evitar los contagios.

La guía, que recuerda que «el riesgo de contagio cero no existe», está disponible en las páginas web del IDAEA-CSIC, del CSIC, del Ministerio de Ciencia e Innovación y de la Asociación de Técnicos Ambientales Mesura.