Watanabe recibió a la organización en el hogar para mayores de la ciudad de Joetsu en el que residía, en la costa oeste de Japón, el 12 de febrero para recibir el certificado, y poco después empezó a experimentar falta de apetito y problemas respiratorios, según relató la esposa de su hijo mayor a la cadena pública japonesa NHK.
«Era una persona con un humor y una curiosidad maravillosos. Tuvo una buena vida, siempre con una sonrisa y entusiasmo, un ejemplo a seguir. Nos estará observando con una sonrisa también desde el cielo», dijo su nuera en declaraciones a la mencionada cadena.
Nacido el 5 de marzo de 1907 en una familia de granjeros, Watanabe se trasladó a los 20 años a Taiwán, donde trabajó en una refinería de azúcar durante 18 años antes de regresar a Japón tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Aficionado a la caligrafía, el flan y el helado, cuando Watanabe recibió al equipo de la organización Guinness afirmó que la clave de su larga vida era reírse.
El oriundo de la prefectura de Niigata fue reconocido como el varón más anciano del mundo tras las muertes en 2019 del alemán Gustav Gerneth (octubre), a los 114 años, y el japonés Masazo Nonaka (enero), a los 113 años, tres meses mayor que el germano.
Está pendiente por conocer sobre quién recaerá el reconocimiento tras al muerte de Watanabe, el único varón en la lista de las 30 personas más envejecidas del mundo elaborada por el Gerontology Research Group (GRG).
Japón es uno de los países con mayor esperanza de vida del mundo y el número de centenarios en el país superan los 71.000, según las cifras gubernamentales más recientes.
De ellos, un 88 % son mujeres y, de hecho, la reconocida como la persona viva más anciana del mundo reside en el sudoeste del país, la japonesa Kane Tanaka, que cumplió 117 años el pasado 2 de enero.
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